La majestuosidad del Palacio de Altamira envolvió ayer por la noche uno de los actos más vistosos y característicos de los Moros y Cristianos de Elche. Con la participación de 200 festeros, la zona de Transpalacio acogió las embajadas de las fiestas.

La representación arrancó con el disparo de arcabuces, recordando el Alardo que se había celebrado por la mañana, dando comienzo una representación histórica que este año contó con más público, en las gradas y por los alrededores, gracias al adelanto de su inicio en un hora respecto a los años anteriores.

Una vez que el campanario de la basílica de Santa María marcó las 22 horas arrancó un espectáculo en el que el conflicto entre moros y cristianos fue el protagonista, y donde acabó reinando el diálogo y el entendimiento, por el bien de todos los pueblos.

La organización volvió a apostar por la aparición de monjes al inicio de la representación, mientras una voz trasladaba al público hasta la época de la Reconquista, en el siglo XIII. Este año se ha tratado de mejorar la recreación de los poblados que aparecen al inicio de las dos embajadas, primero cristiano y después moro, trabajando en la confección de nuevos decorados, para dar más vistosidad a las embajadas.

Los espectadores pudieron ver un mercadillo en el poblado con personas de todas las edades, así como nuevos establecimientos, entre ellos una taberna. Elementos que pretenden mejorar la escenificación apoyándose con el entorno que crea la zona presidida por el Palacio de Altamira. También se recreó una escena de niños atendiendo a las explicaciones de un maestro.

La primera de las embajadas, la Embajada del Moro, escenificó en Transpalacio la toma de la ciudad por parte del bando de la media luna. El embajador moro solicitó al centinela, mientras iban llegando sus tropas, la presencia del alcaide, que salió del castillo acompañado por el embajador cristiano. Tras un parlamento en el que los moros exigían a los cristianos recuperar el control del castillo la tensión se elevó. Una tensión que llevó al embajador cristiano a romper el documento que plasmaba las peticiones de los moros. Así arrancó la batalla que acabó con la muerte del embajador cristiano, a manos de los soldados moros, y la toma del castillo por parte de las tropas de la media luna.

La lucha entre los dos bandos estuvo presente con un gran realismo, gracias a la interpretación que cada año tratan de mejorar los festeros que participan en las embajadas. Sin duda se trató de uno de los momentos con más acción de las embajadas, en los que no faltaron las llamas de fuego y el humo que salían del castillo, para dar más realismo a la acción bélica entre moros y cristianos, que se vio enfatizada con la música.

En la segunda parte de la representación, la Embajada Cristiana, se recreó la Reconquista, que devolvió a Elche a la Corona de Aragón. En ella moros y cristianos dialogaron y acordaron la conveniencia de que la villa se sometiese al control del rey cristiano, como acabó sucediendo.

La representación finalizó con la llegada a la escena del Rey Jaume I, que tomó posesión de la ciudad tras firmar las capitulaciones que pusieron fin a la etapa del califato árabe con su rendición ante las tropas de la cruz.

El papel del Rey Jaime I fue representado por el festero Miguel Olivares. Como embajador moro intervino Salvador Castaño, mientras que el embajador cristiano fue Juan José Álvarez. El papel de embajador de la Corona de Aragón corrió a cargo de José Manuel Botella.

En la embajada volvió a quedar constancia de la vistosidad de los diferentes trajes que presentaron los festeros, que, apoyados por el entorno del castillo, la iluminación y el sonido, trasladaron a los espectadores a la época de la Reconquista.