Por si no fueran suficientes las celebraciones con las entradas Mora y Cristiana, las Embajadas, el Alardo, la ofrenda de flores a la Patrona y todas las noches fiesta en cábilas y cuartelillos, los más festeros no saben ponerse límites.

En su deseo de hacer partícipes al resto de vecinos y visitantes, sobre todo a los que observan desde la distancia el mundo de la fiesta, de que son unos días para disfrutar con los amigos y conocidos, las fuerzas que les quedan, en estos días de pocas horas de sueño, las emplean en llevar la jarana adonde ésta no suele llegar.

Este año, como no podía faltar, parte de las comparsas, determinadas filás y distintas escuadras se vienen deslocalizando de su sede natural para, sobre todo por la mañana y a la hora del aperitivo, improvisar pequeños desfiles por las calles impulsados por la imprescindible banda de música.

Ataviados con solo algunos elementos de sus trajes festeros, con las inseparables gafas de sol, el estandarte y una bebida en la mano para soportar mejor el calor, los más motivados no dudan en parar el tráfico, en regodearse ante un público simpático o detenerse en una terraza para tomar un respiro y, de paso, animar el entorno en el que se han instalado por unos minutos.

Los pequeños pasacalles incluso sirven para rivalizar amistosamente cuando unos festeros cristianos se encuentran a unos de las huestes sarracenas; e incluso cuando coinciden por sorpresa dos o tres de un mismo bando.

Incluso más de uno de estos pasacalles ha llegado a plantarse a las puertas de la Casa de la Festa, sede el Misteri d'Elx, lo que se genera una curiosa imagen entre unos representantes de las fiestas, y otros que representan La Festa, todo ello perfectamente compatible en estos días de celebraciones.

Y para llenar el estómago siempre hay tiempo. Porque después de picar algo por los barrios, conforme llega la hora del almuerzo, se van dando cita en los recintos festeros tanto los trasnochadores como los que han decidido tomárselo tranquilamente puesto que son muchos los días de fiesta.

Es en las cábilas y cuartelillos donde se apuran las segundas y terceras cervezas, donde las bandas realizansus particulares versiones de lo último de Enrique Iglesias y mientras se espera impaciente a que se hagan las brasas para colocar la paella. Muchos no tienen tiempo para la siesta y para no amodorrarse se marcan una partida de dominó o cartas, o bien emprenden de nuevo una ruta incierta por esquinas y calles peatonales en busca del sorprendido extranjero o del amigo que se une al frenesí. Casi todo vale con tal de expresar sí o sí la alegría.