Música que aparece de repente, jolgorio desde un lugar indeterminado, conductores mirando a derecha e izquierda tratando de averiguar cómo y por qué surge tanta jarana. Esto es lo que genera el uso de autobuses con el piso de arriba descapotado para el disfrute de los bandos moro y cristiano.

En la parte superior del vehículo, festeros y músicos permiten llenar el ambiente de alegría y colorido con solo su presencia y sus sonrisas y, por supuesto, la interpretación de piezas populares y de los últimos éxitos.

Se trata de una práctica que cada año va a más en Elche y que da un toque distinto al modo de celebrar la fiesta, sobre todo de día, cuando hay menos actos oficiales programados y hay más tiempo para la convivencia y compartir con los amigos y la filà un paseo motorizado y por, supuesto, por todo lo alto.