Más de cien festeros moros y cristianos se vieron las caras ayer en la batalla del Alardo, un espectáculo que llena de estruendo las calles de Elche y que este año, como novedad, tuvo lugar por la mañana, despertando a buena parte de los ilicitanos durmientes.

Las huestes moras encabezaron esta batalla que abrió la comparsa Tuareg. Este año el Alardo fue especialmente ruidoso debido al cambio de recorrido, que pasó por calles más tradicionales y estrechas que en años anteriores. Así, la batalla se libró entre la calle Juan Carlos I y pasó por Eres de Santa Llúcia hasta llegar al palacio de Altamira, donde el sonido se logró hacer sentir en más barrios de la ciudad.

A la orden de los capitanes de cada comparsa, los participantes dirigían sus disparos y realizaron pequeñas composiciones e incluso coreografías. El momento más espectacular se producía cuando los ejércitos moro o cristiano lograban sincronizar los disparos de sus armas llegado a producir un ruido realmente ensordecedor.

El cambio de horario propició que más de un centenar de personas repartieran otros tantos kilos de pólvora en una ciudad que despertaba a su son. Así, el evento se alargó a casi una hora y media. Treinta mujeres cargaron sus arcabuces, alcanzando por primera vez representar un tercio del total de participantes.

Contratiempo

El acto se saldó con un herido leve por una quemadura que se produjo mientras disparaba un arcabuz durante el recorrido. La herida resultó ser un pequeño corte provocado por el pistón que genera el disparo, aunque no hubo que lamentar más incidentes.