Los sonidos orientales, las armas de lucha, el fuego y una espectacular serptiente fosilizada se apoderaron anoche de una ciudad adentrada en las fiestas. La primera puesta en escena de los Moros y Cristianos hechizó a ilicitanos y turistas con la Entrada del bando de la media luna.

La comparsa Benimerines, una de las más antiguas de Elche, fue la encargada de deslumbrar en las calles ilicitanas, con un boato cargado de sorpresas, en el que participaron más de 200 personas. Un desfile que quedó completado con el resto de agrupaciones del bando moro, hasta superar el millar de personas durante todo el recorrido. La bandera de los Benimerines, portada por Ricardo Álvarez, más conocido como «el Moro», fue la primera en aparecer sobre una carroza. A continuación, niñas con distintas capacidades, del ballet del club deportivo Algar, mostraron su ilusión al formar parte de la fiesta. Las llamas de fuego fueron tomando presencia en el recorrido, formando la palabra Benimerines. Así comenzaron a aparecer las filas, la primera de ellas con el traje oficial de la comparsa, con Emilio Doménech como cabo. El tradicional sonido de la Dolçaina de la Colla El Terros, de Petrer, se hizo hueco en las calles.

Tras sus pasos, apareció el benimerín infantil, Miguel Butrón Álvarez, rodeado de sus consejeros. De esta forma, la noche fue abriendo paso a las filas invitadas, las Saladinas y Saladinos, de la comparsa de Caballeros Templarios de Elche, desfilaron acompañados de la Unión Musical de Crevillent. Los «Berrocos», miembros de filà Boscos, también formaron parte del desfile.

En mitad de todo un despliegue de festeros, dos jinetes, a lomos de sus caballos, aparecieron en escena con el primer banderín de la comparsa y el actual.

Así avanzó un boato que tuvo como plato fuerte un espectáculo impactante, a cargo de «Masters Ballet» de Ontinyent. El esqueleto de una gigantesca serptiente se apropió del asfalto y asombró a un público que quedó boquiabierto, con la actuación «Angius». Una treintena de bailarinas, convertidas en fosilizadas vértebras, realizaron una alegoría a los históricos sacrificios que se hacían en honor de los capitanes de las tribus del noroeste de África.

El humo y la percusión, junto a los maquillajes sorprendentes, ayudaron a crear un ambiente místico. Tras este momento, los festeros continuaron con su marcha por la ciudad, la filà de mujeres Al-Samir, la Unión Musical San Diego del Lloc Nou del Fenollet, y una filà especial femenina dieron paso a un nuevo. Escenas de sacrificio y danzas tribales precedieron a los grandes cargos de los Benimerines.

El capitán moro Miguel Ángel Butrón y la sultana Mari Ángeles Álvarez aparecieron engrandecidos en su carroza.

La banda oficial de la comparsa, la Unión Musical San Diego del Lloc Nou del Fenollet, acompañó a los festeros en su día grande.

La filà de la Sultana marcó la otra de las novedades de este año, al aparecer por primera vez mujeres, después del capitán moro.

La banda de música «El Terrós», de Petrer, acompañó la puesta en escena del capitán, con instrumentos de madera y metal, que permitió sacar el sonido más espectacular a cada nota musical.

Así, con las calles llenas de ambiente, desde principio a fin, las marchas de la media luna hicieron vibrar a los espectadores y arrancaron más de un aplauso.

Tras admirar un boato para el recuerdo, el resto de comparsas moras nutrió el primer gran desfile de las fiestas. Los Abasíes, los Sarracenos, los Almorávides, las Huestes del Califa, los Abencerrajes y los Moros Tuaregs desplegaron todo su poderío en su gran noche.