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Cecilia Bartolomé: «El machismo sigue de forma velada en el cine»

Su trabajo de fin de carrera, «Margarita y el lobo», le costó estar 5 años vetada sin poder trabajar

Cecilia Bartolomé: «El machismo sigue de forma velada en el cine» david costa

Cuando se habla de cine transgresor en España la voz de Cecilia Bartolomé está más que autorizada. Sobre todo, porque ella comenzó su andadura con un cortometraje en 1965 en el que hablaba de la sexualidad de la mujer, de los métodos anticonceptivos y del aborto: «Carmen de Carabanchel», que presentó como trabajo en la Escuela Oficial de Cine. Por supuesto, la «catearon».

¿Qué cara se les quedó a los primeros espectadores de ese corto?

Se quedaron estupefactos. No tanto por el tema que se tocaba sino porque ese asunto lo abordara una mujer. Y más con ese puñetero sentido del humor que tengo, que me enseñó a aplicar mi mentor, Luis García Berlanga. Las cosas con humor duelen más. En la época franquista ocurrían cosas tan disparatadas desde el punto de vista de la injusticia que parecían de cachondeo. En esta historia hacía una comparativa entre el personaje de «Carmen» de Bizet con todas esas mujeres que se hinchaban a follar en España en los sesenta. Y eso fastidió. Años después, en un festival en Valladolid, un programador me explicó que era uno de los grandes trabajos hechos en la Escuela Oficial de Cine -donde también estudió gente de la talla de José Luis Borau o Víctor Erice- porque cambió una manera academicista de entender las películas en nuestro país. Entonces comprendí que no me suspendieron porque fuera malo sino porque eran unos cabrones.

De hecho, con su trabajo de fin de carrera, «Margarita y el lobo», usted ya comprendió lo que es estar en una lista negra como las que hace ahora Erdogan.

Me costó cinco años de estar vetada y no poder trabajar. Creo que lo de la censura es algo tan antiguo como la historia de la humanidad. Ya lo hizo McCarthy con la famosa «caza de brujas» en Estados Unidos. Al igual que ocurrió con los grandes guionistas de Hollywood, compañeros como Manolo Gutiérrez Aragón firmaron trabajos míos. Si no llega a ser por el franquismo, que me dejó cinco años sin poder dirigir, hubiera podido arrancar mi carrera con más brillantez.

Siempre ha sido una gran defensora de los derechos de la mujer. ¿Continúa ese machismo en la industria?

El machismo continúa, pero de manera velada. Se les olvida que hay mujeres. En la Asociación de Mujeres Cineastas creamos el premio «Es que no hay». Cuando un productor busca a un director siempre opta por un tío y la programación de algunos festivales la llenan con trabajos de hombres. Se excusan en el «es que no hay», «no caí en ella»... Una realidad que choca con la de las escuelas de cine, copadas de mujeres.

Usted realizó documentales muy valientes en la época de la transición. El momento actual también es analizable...

Animo a los jóvenes realizadores a patearse la calle y a hurgar en la realidad. Veo demasiado exhibicionismo audiovisual.

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