Icíar Bollaín acudió ayer a la proyección de «El Olivo», la película que ha dirigido bajo un guión de Paul Laverty, en el Hort del Xocolater. La película, centrada en una historia en España, aspira a ser un himno a las raíces que las personas mantienen con su tierra y a la importancia de mantener el paisaje como forma de arraigo y de pertenencia a un lugar. Bollaín destacó en su intervención ante el público ilicitano, previa a la proyección del film, que estar entre palmeras, al aire libre, con un espacio lleno de personas, que, quizá no pudieran acceder a la proyección de otro modo, era el mejor escenario para exhibir su película.

El Festival Internacional de Cine Independiente de Elche acogió anoche esta jornada especial en la ciudad fruto de la colaboración de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas y Gas Natural Fenosa. Elche fue escogida como una de las diez ciudades en las que se proyectan películas españolas nominadas o galardonadas en la última edición de los Premios Goya con su iniciativa «Cine Itinerante».

Previa a la proyección, la directora destacó el papel de Paul Laverty, guionista, que alumbró la idea de la película a raíz de oir las historias de ventas de olivos milenarios desde el sur de España al norte de Europa. «Laverty se asombró con estas historias y que algo tan antiguo, que quizá plantaron los Romanos, pudiera ser vendido y comprado». Bollaín destacó el papel de la mujer en la película. El personaje principal lo representa Alma, una joven, interpretada por la actriz Anna Castillo, que toma las riendas de la familia cuando decide vender un olivo milenario a Alemania, mientras su abuelo pierde la alegría de vivir.

La cineasta describió al personaje como muy bonito y complejo. «Es una persona que puede ser muy dulce y macarra, un poco autodestructiva, con mucha energía y fuerza, como tantísimas mujeres». Cree que es un personaje muy especial y original, «una Quijote con dos Sanchos Panza». Uno de esos escuderos es el personaje de El Alcachofa, encarnado por Javier Gutiérrez, que pone el punto cómico pero fuerte a la vez, «una persona muy humilde que se va a Alemania a reclamar algo que cree que le pertenece pero no tiene claro del todo su autoridad».

El alcalde de Elche, Carlos González definió la visita de la cineasta madrileña como muy importante para el realce de la ciudad y de su festival del cine. González entregó a la directora una representación de la Dama de Elche tras un discurso en el que elogió la trayectoria de la artista.

Paco Huesca, director del festival, definió a la película como una obra «con alma, como la tierra a la que uno pertenece» y definió a Icíar Bollaín como «una mujer con raíces en el cine y también en el Festival de Cine de Elche, en el que fue premiada por un cortometraje». El coordinador cultural de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas, Enrique Bocanegra también tuvo un breve coloquio con ella ante los espectadores.

Vicente Sanchís, coordinador del Festival, fue el presentador del acto y puso la anécdota llamando a Carlos González «Alcalde de Alicante» en un lapsus que no pasó desapercibido por los asistentes.

La película está llena de metáforas conscientes. Bollaín tenía ganas de hablar de España en su película y lo ha hecho. Habla de crisis, de valores, de personas con alma y de la importancia de sentirse parte de un lugar. Más de mil personas en el público lo sintieron ayer durante la proyección de una película llena de historias.