Les une su origen, Elche, y, a partir de ahora, una experiencia única como es formar parte de la Ruta BBVA, anteriormente Ruta Quetzal y, mucho antes, Aventura 92, una iniciativa sin par que propició el recientemente fallecido Miquel de la Quadra-Salcedo. Su figura ha estado y está muy presente en esta trigésimo primera aventura, la primera sin él.

La expedición arrancó el 28 de junio en Madrid y, tras recorrer parte de México, culminarán en España -entre ayer y hoy regresan a la capital española- 32 intensos días de experiencias inigualables. El periplo acaba el 29 de julio.

El ilicitano Pablo Mirete Godoy, de 19 años, es uno de los 176 jóvenes, de una veintena de nacionales, que ha sido seleccionado. Para ello realizó un trabajo de creación musical, una pieza basada en un mito maya tras hacer una investigación de cómo podía sonar aquella música a partir de pruebas arqueológicas basada en flautas y tambores que se pudieron utilizar. No en vano, estudia composición contemporánea y producción musical en Berklee School of Music, en Boston.

«Es estar con gente de la que poder aprender tanto, gente tan diversa en lugares tan especiales como el Yucatán o el Mulhacén. Ha sido la aventura y las ganas de tener una aventura», destaca a priori, para añadir que para él es muy importante la reflexión, pararse a pensar en qué está significando todo esto y qué consecuencias va a traer para él.

También en Canadá

Antes de estar en Boston, que es la universidad que tiene mayor población internacional de EE UU, Pablo estuvo viviendo en Canadá, donde la diversidad étnica también es muy amplia, por lo que está acostumbrado a estar con gente de otras culturas.

«Fuimos a unas pirámides mayas en medio de la selva a las que solo puedes llegar tras conducir una hora. Hubo una tormenta y destacaría el momento en que estábamos escalando y sentir eso, la lluvia mojándote, ver selva hasta el horizonte, el viento azotando... Creo que ha sido lo más impactante», relata este joven.

Pablo forma parte del grupo 10. «Nos reímos mucho, tenemos también charlas metafísicas y mucha suerte de encontrarnos aquí. Creo que vas a ser de esa gente que eres amigo para siempre, aunque no te veas mucho», comenta.

Currículum, entrevista y acción

La otra porción ilicitana la aporta Alejandro López Valenciano, de 28 años, responsable del grupo 9 y que tuvo que pasar tres escalones para ser monitor: Enviar un currículum y una carta de presentación con las motivaciones para formar parte como monitor; una entrevista en Madrid con el director del campamentos, para explicar qué podía aportar; y, finalmente, unas pruebas físicas, de aventura, socorrismo, orientación, de resolver problemas, etcétera.

Licenciado en Ciencias del Deporte, máster en Rendimiento Deportivo y Salud y Trabajo en la Universidad Miguel Hernández, es profesor becario en el Centro de Investigación del Deporte. El año pasado fue seleccionado también, pero justo cinco días antes de partir tuvo un accidente deportivo en una competición y no pudo ser, por lo que esta es una edición muy importante para él».

«La había visto de pequeño, pasaron unos años y perdí la pista. No sabía que continuaba y hace un par de años vi la oportunidad de participar como monitor. A mí viajar, la aventura, compartir experiencias con personas nuevas me llena bastante. Es una experiencia única que hay que vivir en la vida. La ilusión de estos dos últimos años ha sido participar en la Ruta», declara.

Tuvo la suerte el pasado año de conocer a Miguel de la Quadra-Salcedo. «Para mí fue una experiencia vital. Hablabas con él y era una enciclopedia viviente y, aún estando enfermo te transmitía las ganas de vivir», recuerda este joven, el cual considera que esta Ruta es un reflejo de la vida: «Ante los obstáculos hay que tirar para adelante», afirma.