Un grupo de aficionados a los coches ultimaban ayer por la mañana en Elche la puesta a punto de sus vehículos para salir en ruta. Motor, suspensión, pistones correctos, nada de tracción a las cuatro ruedas, un interior con espacio reducido... Así son los ocho coches del Club de Amigos del 2cv del Mediterráneo, cuyos miembros se dirigieron a Murcia en un viaje de apenas sesenta kilómetros que se alargó más de la cuenta entre amigos. Y lo alargaron con placer. Los aficionados a estos vehículos antiguos, que dejaron de fabricarse hace décadas, miman y cuidan sus coches para poder usarlos y no sólo tenerlos como piezas de museo.

El Club de Amigos del 2cv del Mediterráneo, tiene su sede en Elche pero engloba a cuarenta miembros de toda la provincia. El motivo de su viaje a Murcia fue hermanarse con el club de esta región en El Raal y hacer entrega de un testigo, tal y como se realiza en las carreras de relevos, que va viajando alrededor de la geografía española. Como si de la antorcha olímpica se tratara, el relevo pasa de mano en mano de los aficionados por más de cincuenta ciudades y permanece en la misma localidad unas semanas antes de volver a viajar. Su meta es este año el Club de San Roque, en Cádiz. Esta es la sede anfitriona del encuentro nacional de aficionados a los dos caballos. El testigo, una pieza de madera con un pistón, permaneció dos semanas en Elche. En la ciudad hicieron fotos con él en lugares emblemáticos como son el Huerto del Cura, la basílica de Santa María y también ha viajado a Santa Pola y Tabarca. Estas fotos serán parte de un álbum recopilatorio con más ciudades españolas.

El representante del Club de Amigos del 2cv en la ciudad, Antonio Marco, anunció que están preparando para el año que viene el noveno evento nacional en Elche. Unos 200 vehículos y 450 personas llegarán de toda España entre el 28 de abril y el 1 de mayo para compartir su pasión por estos coches con encanto. En él programarán excursiones a El Hondo, la Alcudia, las playas ilicitanas y ya están en marcha para buscar patrocinadores. Este encuentro albergará piezas irrepetibles, pues, como los copos de nieve, cada dos caballos es único.