Un conflicto, tal vez originado a partir de rencillas personales, tal vez por una falta de conciliación en el pago del agua, ha puesto en peligro, en parte, los objetivos de una huerta solidaria en Elche, que se puso en marcha hace muy pocos meses para dar de comer a numerosas personas necesitadas, de momento de Cáritas, pero que, en un futuro, se quiere llegar a más comedores sociales.

La cuestión, sobre si se ha pagado o no el agua para regar la huerta, si se es excesivamente estricto y no se admite el abono con unos minutos o unas horas de tardanza sobre la hora fijada, ha degenerado tanto que incluso la Policía Rural y el Juzgado de Instrucción número 4 ya tienen conocimiento del malestar de la Asociación Huerta Solidaria de Alicante y Provincia, actualmente en trámites para convertirse en una ONG.

Este colectivo puso en marcha a finales de abril una huerta solidaria de 4.000 metros cuadrados en la que ya se han plantado cerca de 10.000 plantas, cuyas verduras y hortalizas se destinan prácticamente en su totalidad a ciudadanos sin recursos.

Cada dos días, gente vinculada a Cáritas acude a arreglar un poco el terreno y a recolectar varios cientos de kilos de tomates, pimientos, pepinos, cebollas o ñoras, entre otros muchos productos cultivados.

Asociados

Por las tardes, parte de los 105 socios que, de momento, han querido apoyar desinteresadamente esta iniciativa, aportando cada mes 20 euros para pagar los gastos (de igual modo tienen derecho a recolectar unos 15 kilos de comida para sus casas, lo que en el mercado puede tener un valor de unos 30 euros), también acuden a trabajar las tierras, en este caso más como afición y, sobre todo, por ayudar a gente que vive gracias a los alimentos que genera esta huerta.

Sin embargo, en las últimas dos semanas, esta huerta se ha quedado casi sin agua por, según indica el denunciante, Salvador Ibarra, el empecinamiento de una o varias personas de la Sociedad Agraria de Transformación San Pascual, de cuyos embalses bebe esta zona agraria.

Asegura que, en varias ocasiones, él u otra persona de Cáritas han llevado el dinero para pagar el agua, pero que por retrasos de apenas unos minutos o unas horas en algunos casos, excusas a su juicio, no se les ha querido servir el agua, aunque lo atribuye más a un enfado con él de alguien de San Pascual que a la pura cuestión económica.

«No se puede dejar sin vida a 10.000 plantas», lamenta Ibarra, quien da por hecho que ya se ha perdido el 50% de los cultivos por la sequía.

«Unos 20.000 kilos se van a perder en donaciones, con lo que se podría haber alimentado a un centenar de familias», agrega el propietario de estas tierras, ubicadas en la partida de Vallongas y que se han tenido que regar últimamente con un camión cuba, contratado expresamente para no arruinar completamente este proyecto plenamente solidario.

Son productos totalmente ecológicos y de primera calidad, según defiende el propio Salvador Ibarra, quien no entiende por qué se intenta torpedear este proyecto solidario que, en un futuro, aspira a poner en marcha, con el mismo fin de ayudar al prójimo, un ciclo ecológico que incluya un corral con gallinas ponedoras y pollos, entre otros animales de granja.

No obstante, fuentes de la Sociedad Agraria de Transformación San Pascual señalan que no es cierto que desde entidad se quiera dejar sin agua a una huerta, sea solidaria o no. Según explican, los estatutos son muy claros: quien no esté al corriente de los pagos, no tiene derecho a que se le sirva el agua de riego.

Aseguran desde la SAT San Pascual que ellos sí han intentado servir el agua, pero que no ha sido posible, al tiempo que niegan rotundamente las acusaciones, aunque optaban por no dar más explicaciones.

No obstante, sí aseguraban ayer por la tarde que el interesado ya estaba al corriente del pago y que se podía servir agua. Según Ibarra, ese agua no había llegado aún a última hora de la tarde de ayer.

«El pasado martes decían que iban a dar agua y nada. Por una hora y media que llegué tarde quieren complicarlo todo. Me están haciendo un pulso», añade el afectado, quien asegura que de pagar 62 céntimos el metro cúbico de agua, está abonando ahora tres euros por el agua del camión cisterna, además de colocar una motobomba para impulsar el agua. «O hago esto o lo dejo perder todo», señala.

Ibarra reconoce que ha tenido pendiente un mes de pago, pero que nunca se ha negado a pagar lo que adeudaba. Es más, durante más de diez años nunca ha tenido ningún problema, salvo ahora. Ayer precisamente recibió una carta certificada desde la SAT San Pascual convocándole a una reunión para el próximo 18 de julio.