Al artista y científico alicantino Luis Miguel Gutiérrez le seducen dos cosas: por un lado, la estética de la propia naturaleza, tanto a nivel orgánico como inorgánico. «Las imágenes, por ejemplo, que vemos gracias a telescopios espaciales como el Hubble contienen una belleza increíble», reseña. Por otra parte, Gutiérrez es un enamorado de las ideas. Se dejó cautivar por la ciencia desde chaval escuchando las visiones cosmológicas de eminencias como Luis Miravitlles o Carl Sagan. «Me encanta el concepto de que seamos la consecuencia del universo», incide.

Toda esa relación con el mundo científico la arroja en la exposición que mañana inaugura en la Sala de Exposiciones Temporales del Museo de Arte Contemporáneo de Elche (MACE), titulada «Macro y microcosmos», y que se mantendrá allí hasta el 23 de septiembre. En ella propone un viaje en el tiempo que parte del Big Bang, pasa por la creación de la Tierra, profundiza en el desarrollo de las primeras células y finaliza con una de las estructuras más complejas que conocemos, el cerebro humano.

Conocimientos que ha ido adquiriendo en una reconocida carrera científica, que lo han convertido en catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad Miguel Hernández (UMH) y en el actual director de la Unidad de Neurobiología Molecular del Instituto de Neurociencias. Su particular estilo, cómo no, está impregnado de la vertiente de su vida más científica. «Recuerdo que hace cuatro o cinco años traté de pintar una estructura dentro de una célula. Los microscopios no te permiten verla perfectamente, por lo que siempre tienes que echarle un poco de imaginación. Lo que yo propongo es una combinación de acrílico con disolventes orgánicos, que derivan en texturas que recuerdan a la irregularidad y a la belleza que tienen las cosas naturales. También manejo la cantidad de pigmento que hay en cada figura, para lo que utilizo mis conocimientos químicos», detalla el creador.

Sin embargo, las obras de Gutiérrez no requieren de la misma exactitud que un experimento científico. «Yo esparzo una solución con un determinado color y luego dejo que sea la propia pintura la que me diga a dónde van a ir las cosas. Parten de un mundo que surge en mi mente y se acaban convirtiendo en escenarios que tratan de acercarse a la realidad, pero que no buscan ser exactos, solo persiguen un estímulo en el que mira», argumenta.

Gutiérrez juega con preguntas sobre la materia macro y microcósmica en sus obras. Aparte de las que plantea en los cuadros de esta muestra, hay otras que rondan su cabeza como si el ser humano será capaz de percibir vida en otros planetas o galaxias. «¿Y si está formada de antimateria?». No sabe si sus hipótesis sobre esta cuestión se traducirán en futuros cuadros. Su única certeza es que no va a parar de pintar, ya que el arte y su actividad científica completan los aspectos más creativos de su vida.