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Elecciones 26J

El "nuevo" PP sale reforzado y el PSOE saca cabeza a Compromís

Podemos apela a la autocrítica y los de Mollà tiran balones fuera y lo achacan a la abstención

Pablo Ruz, ayer en Altabix. antonio amorós

Completamente exultantes en el PP; moderadamente satisfechos en el PSOE; razonablemente tranquilos en Ciudadanos por haber conseguido salvar los muebles; y totalmente hundidos en A la Valenciana y, en particular, en Podemos y Compromís, porque Esquerra Unida poco menos que ni está ni se le espera, enfrascada como está la agrupación local en su guerra cainita. Ése es el escenario que deja en Elche el 26-J. Un 26-J que sirvió para que Pablo Ruz, otrora delfín de la lideresa del PP en Elche, Mercedes Alonso, haya empezado ya oficialmente -hasta ahora sólo era de forma oficiosa- su carrera hacia la Alcaldía en 2019, aunque sea a costa de la que, hasta no hace mucho, era su referente político. Un 26-J que sirvió también que, entre tantas críticas por la parálisis de la gestión y la falta de liderazgo, el PSOE pueda tomar algo de aire, aunque sea aferrándose a que aquí, al menos, sí se ha frenado el sorpasso. Y un 26-J que, finalmente, sirvió de toque atención para Ciudadanos, y, por encima de todo, de tirón de orejas para Compromís y Podemos, formaciones éstas que, lejos de sumar con la marca de Alberto Garzón, acabaron restando.

Evidentemente, cualquier intento de extrapolar los datos de esta última consulta a unas hipotéticas elecciones locales siempre acaba dando una fotografía, cuando menos, borrosa, y más en Elche. La experiencia, al final, apunta a que el PP siempre obtiene más rédito en las generales que en las municipales, y a ello se suma el condicionante de que no concurrían ni Partido de Elche ni Ilicitanos por Elche. Eso no quita para que, al final, nada más conocerse los resultados en la noche del domingo, quien más y quien menos acabara interpretando todo en clave local.

Eso fue lo que llevó al PP, por boca de su número 7 al Congreso y secretario local, Pablo Ruz, nada más conocer los resultados, a poner el acento en una campaña -la capitaneada por los suyos- con la que habían conseguido «ilusionar» y recuperar 5.000 votos más respecto a hace seis meses. Rascaban casi 2.000 votos que en su día se fueron a los de Rivera. Y en un escenario en el que la participación había caído dos puntos y medio, los populares lograban movilizar casi 3.000 sufragios más que el 20-D. Ruz seguía atribuyendo ayer todo el mérito a lo que se había hecho en clave local, simple y llanamente. No lo decía públicamente, ni él ni nadie de su entorno, pero, en la práctica, esto se ha interpretado como un aldabonazo a su posible candidatura de cara a las municipales de dentro de tres años. Se sienten legitimados por las urnas para promover el relevo en Elche, y promoverlo ya, aún a costa de Mercedes Alonso. El asalto de la vía renovadora ilicitana ya ha empezado.

Mientras, en el lado del PSOE, no podían más que frotarse las manos. El 26-J ha sido un balón de oxígeno. Con la calculadora en la mano, los de General Cosidó no remontan, pero frenan la sangría, que no es poco, y amarran de nuevo la hegemonía de la izquierda, con un colchón, además, de 2.700 votos respecto a la marca que aúna a Compromís, Podemos y EU. Se dejan por el camino 600 apoyos más respecto a hace seis meses, pero porcentualmente incluso arañan algunas décimas más, y a eso es a lo que se agarran. Sea como sea, el escenario que ahora se abre da una tregua a los socialistas ilicitanos y, en especial, a Carlos González. Se ha cuestionado mucho el liderazgo del PSOE y de su alcalde en Elche, y se ha criticado no poco su parálisis en la gestión. Sin embargo, sacan cabeza respecto a Compromís, en un escenario -el municipal- de desconfianza mutua, y todo ello después de que en los últimos meses se haya producido alguna que otra tensión entre los dos principales socios de gobierno del tripartito, la última vez, sin ir más lejos, la pasada semana por el Mercado Central y la necesidad o no de declarar BIC los Baños Árabes de la Plaça de la Fruita. Sin embargo, no están para lanzar las campanas al vuelo: el PSOE sólo gana en Carrús y el Toscar. En la zona de Altabix y en las pedanías ilicitanos los socialistas han quedado relegados a la cuarta fuerza política.

Sea como sea, A la Valenciana es la gran damnificada del 26-J, y, de forma especial, Compromís. Su jefa de filas en Elche, Mireia Mollà, ya se escudó el domingo en la abstención para explicar a esos resultados. Su secretaria de Organización, Tamara Martínez Lidón, ayer apelaba a eso mismo. El líder podemita, José Vicente Bustamante, por su parte, apelaba a la autocrítica. El discurso del miedo ha pesado, cierto es. Sin embargo, la abstención también es síntoma de algo que no ha cuajado entre los votantes. Se ha hablado mucho en los últimos meses de que Mireia Mollà, mal que a ella le pese, mira más a Valencia que a Elche, y también se le ha criticado a su grupo sus intentos de nadar y guardar la ropa. Ni siquiera el tirón de Mónica Oltra ha sido suficiente, y un Podemos totalmente dividido y sin rumbo fijo en Elche, y una Esquerra Unida descabezada y en manos de una gestora han puesto el resto.

Finalmente, los cuartos en discordia son C's. Pierden 2.000 votos, y también los de David Caballero se esconden en la abstención a la hora de dar respuestas. Porcentualmente, están por encima de lo cosechado por su grupo a nivel provincial y autonómico, y sacan ventaja respecto a las municipales de mayo del año pasado, y sacan pecho de eso. En una eventual consulta local, la suma de los votos de Ciudadanos con los del PP daría un edil más -16- al centroderecha, que sería el que le quitarían a lo que dan juntos PSOE y Compromís. Se aprovecha en parte la formación naranja de que en las elecciones generales no están ni Ilicitanos por Elche ni Partido de Elche.

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