Por las aulas de la segunda planta del CEU Cardenal Herrera de Elche corrían ayer niños y niñas atareados, manejando cables y ordenadores, ataviados con identificadores como si de un laboratorio de ingeniería en pleno auge se tratara.

La universidad fue sede del primer concurso de robótica para niños. Los participantes, con edades de cuatro a doce años, debían resolver retos de construcción y de programación robótica. Durante varios meses se han preparado en las horas extraescolares para poder montar, programar y manejar prototipos autómatas.

El certamen fue dirigido por los monitores de robótica de este taller, del que Francisco Ruiz ha sido responsable y coordinador junto con José Pedro Díez. También colaboró parte del alumnado de Magisterio del CEU Cardenal Herrera de Elche. Los menores se dividieron en grupos de tres o cuatro personas en varios niveles. El primero de ellos era el «Baby Engineers», en el que niños de Educación Infantil, de entre cuatro y cinco años, tuvieron que construir una estructura compleja con bloques y después hubieron de programar un robot con forma de mariquita para que siguiera un circuito determinado. Superando estos dos retos, de 45 minutos cada uno, se conseguían una serie de puntos que se acumulaban para determinar la clasificación final.

Los más pequeños ensayaban en una de las aulas junto a los monitores para lograr conseguir trazar un recorrido con el que conseguir más puntos. El entusiasmo y la concentración se mezclaban entre los participantes. Uno de los menores preguntaba insistente por qué su robot no giraba a la derecha, para conseguir el camino correcto. Una de las monitoras le explicaba, tranquilamente, que con la práctica y el ensayo lo conseguiría pronto.

«Los niños no sólo están aprendiendo conocimientos complejos a edades muy tempranas, sino que, sobre todo, están enfocándose en el conocimiento STEM (Ciencias, Tecnología, Ingeniería y Matemática, por sus siglas en inglés) al que le agregamos la C de Creatividad». Así lo explicó José Pedro Díez, uno de los coordinadores del proyecto. Además, añadió, «no sólo se trata de que copien conocimientos y los apliquen, sino de que los creen ellos y así lo están consiguiendo».

El segundo nivel del concurso fue el «Kids & Robotics», compuesto por alumnos de primero, segundo y tercero de Primaria, entre 6 y 9 años. Su desafío se centró en construir una estructura con bloques para elaborar un carrusel. Tras su muestra al jurado, debían comenzar la segunda fase, que era programar el artefacto desde un ordenador para que su proyecto pudiera realizar una serie de giros a distintas velocidades y direcciones. Los niños trabajaron en equipos, primero tratando de crear una estructura sólida y luego aplicando las órdenes correctas para su funcionamiento.

En la fase final del concurso tuvieron 15 minutos cada grupo para mostrar si los resultados de la programación eran correctas. El nivel de sofisticación de la prueba llegaba hasta el punto de que el dispositivo pudiera emitir música.

La madre de una concursante de 6 años en esta fase, explicó cómo su hija ha aumentado sus capacidades de inteligencia abstracta y cómo ahora es capaz de construir puzzles complejos en muy poco tiempo. Otro de los padres explicó que con este curso los pequeños están aprendiendo a identificar una necesidad y un plan para cubrirla desde cero con sus propios medios y valoró que ésta era una habilidad muy valiosa para los estudiantes.

El tercer nivel, «Robotics Programmers», era el más complejo, y estaba destinado al alumnado de cuarto, quinto y sexto de Primaria. Sus participantes construyeron primero un vehículo robótico con piezas de impresión en 3D y después lo programaron para que pudiera completar una senda con obstáculos. Aquí, los participantes tuvieron que tener en cuenta factores como la distancia con las paredes, las velocidades de los giros y sus direcciones.

Premiados

Tras la exhibición, se otorgaron premios para los tres mejores equipos de cada categoría. Tres kits de robótica fueron los galardones escogidos. Los segundos y terceros puestos recibieron una medalla impresa en 3D y todos los participantes obtuvieron al final un reconocimiento.

«Se trata de que cooperen y trabajen en equipo, no de que se enfrenten», comentó la vicedecana de Magisterio del CEU en Elche, Nuria Andreu.

La preparación de los participantes se llevó a cabo a partir de clases extraescolares en las que estos alumnos de colegios privados de Elche y Elda ya podrán optar por el segundo curso desde el próximo septiembre. A este nivel más avanzado podrán acceder los alumnos y alumnas del presente año que deseen seguir en el proyecto. Este plan educativo extraescolar contempla realizar hasta un tercer nivel en robótica para menores de hasta doce años.

Además volverán a lanzar el primer curso para las nuevas hornadas de alumnos. Un concursante comentó que le gustaría «poder construir mi propio jugador de fútbol perfecto en el futuro». Las ganas y la motivación para la próxima edición ya están en marcha.