Hacer gimnasia en las pistas del parque Deportivo, ir al instituto en jornada partida y estudiar los chicos y las chicas por separado, en diferentes aulas, -al menos al comienzo del Bachiller-, son algunas de las vivencias compartidas por quienes seguían estudiando más allá del colegio hace 52 años. Estas y otras anécdotas estuvieron ayer bien presentes en la reunión de la segunda promoción surgida del instituto La Asunción -el primero que tuvo Elche-.

El restaurante del parque municipal acogió una comida promovida por varios de los integrantes de aquella promoción a la que acudieron cerca de sesenta comensales.

Anselmo Poveda es uno de los integrantes de aquella promoción que además de estudiar en este instituto ha desarrollado toda su trayectoria profesional allí, en donde todavía trabaja. Poveda explicó que el principal promotor de la iniciativa fue Cándido Sierra Amado, que le embarcó junto a otros compañeros de promoción, como Josep Maria Vicedo y Antonio Ródenas, entre otros. Y es que se da la circunstancia que muchos de aquellos primeros estudiantes de La Asunción se dedicaron a la docencia y por sus aulas han pasado multitud de ilicitanos.

Poveda apuntó que la idea surgió hace unos tres años con la celebración del cincuenta aniversario del instituto La Asunción. Allí se volvieron a ver varios de los integrantes de esta segunda promoción que empezó en el año 1964 y acabó en 1971 (se estudiaban siete años allí), y que tuvo la peculiaridad de completar todo el ciclo de la enseñanza secundaria en este centro, aunque no en la misma ubicación. De hecho, el profesor recordó que comenzaron el bachiller en lo que fue el primer emplazamiento del instituto, donde hoy se ubica el colegio Luis Cernuda, y acabaron estrenando, en el curso 68/69, el edificio actual de La Asunción en su actual ubicación, pero que entonces era «la otra punta de Elche. La mayoría íbamos andando y no estaba ni el hospital ni los edificios del barrio de Palmerales. Todo eran caminos de tierra y se veían pocos coches», rememoró.

Además, otra característica de entonces es que entraban siendo muy niños -con diez años-, «pero con un plus de responsabilidad, porque, en aquella época, hay que recordar que no había enseñanza secundaria obligatoria y a los diez o doce años había ya niños que se iban a trabajar», rememoró. Además «en muchos casos se trataba de hijos de trabajadores manuales que querían que sus hijos estudiaran para tener mejor porvenir que ellos. Hoy en día es más frecuente que la mayoría de la gente tenga estudios, aunque sea medios», explicó.

Parecidos recuerdos comparte su compañero de promoción Antonio Ródenas, -uno de los patronos del Misteri-.«Entonces aquello era como el extrarradio. Se veía incluso la carretera de Santa Pola», apuntó. «Guardamos un recuerdo muy bonito de la época. Además, algunos incluso conocimos a nuestra mujer estudiando allí, por lo que es un grato recuerdo», apuntó Ródenas.

Así, el encuentro también resultó emotivo al recordar el examen de ingreso al centro que hicieron con diez años y hubo espacio para las risas al rememorar las pocas posibilidades de elegir vestuario o peinado, como mostraban las fotos de la época. La reunión sirvió para pasar un buen rato, por lo que esperan que la cita se repita.