El exdirector general de IFA, Antonio Galvañ, también ha optado por cubrirse las espaldas, y, al margen de acabe presentando demanda o no, ya ha movido ficha y ha registrado en la entidad una reclamación previa para impugnar su despido, que considera improcedente. De hecho, parece que, nada más recibirlo, la nueva cúpula optó por enviar copia a los integrantes del comité, y su contenido ha causado mucho, muchísimo malestar, entre algunos de los empresarios allí representados, y, en particular, entre los heredados de la anterior etapa. Argumenta Galvañ que su despido es improcedente, y lo es porque no considera que su contrato sea de personal de alta dirección, sino común, lo que le lleva a sostener que, por tanto, no cabría en este caso la figura del desistimiento, sino la del despido. De hecho, aunque su cargo fuera el de director general de la feria, mantiene que sus funciones estaban totalmente limitadas, y que sí, que tenía voz en el comité, pero no voto, y que poco menos que su labor era la de velar por el cumplimiento de lo que acordaba el comité de dirección y el patronato, fueran labores de representación, fueran contratos. Lógicamente, eso se ha interpretado entre algunos empresarios como una forma de endosarles a ellos cualquier responsabilidad que se pueda derivar de la auditoría de gestión o del informe de la Intervención, y más cuando en el comité del pasado lunes ya se deslizó que había determinados contratos y convenios que despertaban alguna que otra sospecha, y de los que, según algunos, hasta ahora no habían tenido ningún tipo de información. m. p.
