«Esto se venía venir, esto se veía venir», repetía entre lágrimas una de las vecinas del matrimonio, que no fue capaz de volver a casa hasta que no había pasado todo. De hecho, alguno de los residentes del edificio confesaba que había tenido que tirar de tranquilizantes para poder reponerse de la terrible situación a la que se habían tenido que enfrentar en la mañana de ayer. Vecinos de la zona, no en vano, fueron los que confesaron que la relación entre padre e hijo no era fluida, y que ya se habían vivido varias discusiones. m. p.