El barrio de El Pla y, en particular, el Paseo de Germanías se vistieron ayer de luto. Fue al filo del mediodía, cuando aún no habían dado las doce, cuando saltaron las alarmas. Un hombre de 50 años mataba con un cuchillo de varias puñaladas a su padre, de 76 años, y después se quitaba la vida. La esposa, y madre, había salido a comprar, y, cuando llegó, se encontró con la terrible escena en el rellano. Fue ella la que, al parecer, acabó dando la voz de alerta.

La mujer había salido a comprar con una amiga, y llamó a su marido para avisarle de que estaba llegando a su vivienda y que le ayudara con las bolsas que llevaba. Contaban ayer mismo en el barrio que el marido incluso le llegó a contestar al teléfono. Sin embargo, no llegó a bajar a buscarla. Tuvo que subir ella y fue entonces cuando en el segundo piso, en el rellano, y junto al ascensor, se encontró los cuerpos sin vida de su marido y de su hijo.

A lo largo de la jornada de ayer los relatos se fueron cruzando. No obstante, una de las hipótesis que se manejaban apuntan a que el hombre de 50 años tocó al timbre de casa de sus progenitores, pero el padre no le abrió. No fue obstáculo. Alguien le acabó abriendo, y justo cuando el padre salía del piso -hay una vivienda por planta- empezó el ataque.

La alarma se lanzó sobre las doce del mediodía. Primero llegó una patrulla de la Policía Local, que fue la que se encontró con el desolador panorama, y poco después llegarían tres más, encargadas todas ellas desde el principio de tratar de salvaguardar las pruebas y establecer un perímetro de seguridad inicial. Los efectivos desplazados hasta la zona dieron aviso al CICU, y el 112, a su vez, llamó a la Policía Nacional. La comunicación, en este sentido, venía a decir que en el número 28 del Paseo de Germanías un hijo había agredido a su padre, y que éste estaba sangrando abundantemente. Cuando llegó el SAMU, la situación era mucho peor de lo que se había pintado inicialmente. Los dos hombres yacían ya muertos junto al ascensor, y, entre los cuerpos, envueltos en un charo de sangre, había un cuchillo. No podían hacer ya nada por ellos.

Mientras tanto, se llamó también a DYA, que desplazó hasta el lugar a dos unidades y a una psicóloga de Psicólogos Sin Fronteras Alicante, para que prestara asistencia a la mujer y al hermano de su marido, que también se presentó en el lugar de los hechos. La otra hija del matrimonio, que vivía en Madrid, estaba previsto que llegara ayer a media tarde a Elche, por lo que los voluntarios de DYA tenían el encargo de estar alerta por si era necesario prestarle atención.

De forma paralela, los agentes cerraron a la circulación el Paseo de Germanías, y, concretamente, el tramo comprendido entre las calles Antonio Machado y Doctor Sapena. Por su parte, dos efectivos de la Policía Local custodiaban la entrada al edificio. Poco a poco, los curiosos se iban apostando en la acera de enfrente, justo en el parque del Paseo de Germanías, y, a medida que avanzaba el reloj, y coincidiendo con la salida de los colegios, iban llegando cada vez más menores. No en vano, la vivienda está situada justo enfrente del colegio Miguel de Unamuno. La situación fue tal que cuando llegó el momento de que los servicios funerarios sacaran los cadáveres, los agentes tuvieron que llamar la atención a algunas familias, y decirles poco menos que esto no era un «espectáculo» para niños tan pequeños, porque algunos de ellos estaban apostados hasta en muretes para no perder detalle.

No fue con lo único que tuvieron que lidiar los policías. Una decena de agentes de la Policía Nacional se situaron de forma estratégica a lo largo de las dos aceras para impedir el paso. Crearon una especie de perímetro de seguridad, y única y exclusivamente dejaron pasar, como es lógico por otro lado, a los vecinos de los edificios de la calle. A pesar de ello, y como quien no quiere la cosa, más de uno trató de saltarse el cerco, sin mucha fortuna eso sí, con la excusa de que iban a una panadería situada a sólo unos metros, o simplemente haciéndolo pasar como un simple despiste.

Fue en torno a las dos de la tarde cuando, una vez que la comisión judicial había procedido al levantamiento de los cadáveres, los servicios funerarios se llevaron los cuerpos sin vida de padre e hijo. Poco antes, la Policía Nacional había retirado las pruebas del lugar de los hechos. Coincidiendo con la salida de los cuerpos del edificio, tres voluntarios de DYA alzaron dos sábanas para evitar que los curiosos que se agolpaban en la zona, y que cada vez eran más, pudieran ver la triste escena, sobre todo pensando en los más pequeños.

A partir de ahí, llegarían más agentes de la Policía Local, para coordinar las labores de limpieza, a cargo de la empresa El Palmeral, que se encarga del acondicionamiento de instalaciones municipales. La situación en el rellano del segundo piso del número 28 del Paseo de Germanías era dantesca. Por eso, se recomendó a los vecinos que mejor se evitaran el trance de subir a sus casas por las escaleras y que mejor lo hicieran por el ascensor, al menos hasta que los operarios acabaran con las tareas de limpieza.

De momento, el Cuerpo Nacional de Policía se ha hecho cargo de las investigaciones, para esclarecer en qué circunstancias se produjo el suceso, y la mujer estuvo declarando en la Comisaría de Elche ayer al mediodía.