El pintor Vicente Esparza tiene improvisado estos días un pequeño estudio de pintura dentro de la basílica de Santa María. Aguarrás, escaleras, andamios, lámparas y pigmentos se concentran entre lonas alrededor de la hornacina de San Juan Evangelista. Esparza trabaja, desde principios de semana, en el montaje del retablo que ha pintado por encargo del templo, que lo financia a través de colectas populares. La obra, de 5 metros de alto por 3,8 metros de largo, rodeará la hornacina.

El artista ha pintado en un año los lienzos que ahora recubren los soportes de madera. El proceso se ha llevado a cabo por partes. Las telas estan divididas en nueve piezas que se pintaron de manera independiente. Una de esas partes corresponde a la base del retablo, que es una vista panorámica de la basílica de Santa María. Así, ha concebido a Elche como base del retablo. Sobre esta base descansan dos piezas verticales, a cada lado de la hornacina del santo, que representan a la izquierda al Papa Juan Pablo II y a la derecha al Papa Juan XXIII. Ambas figuras predominan en el conjunto de la obra en tamaño porque, según Esparza, los promotores han querido destacarlos al ser nombrados santos recientemente.

Sobre estas figuras, en la parte superior de la obra, se encuentra «el cielo», compuesto por un collage de seis piezas. De ellas destaca en la parte más central y alta la representación de la Asunción de la Virgen durante el Misteri. Esta es, además, la parte con más luz de la pieza pictórica. Justo entre las figuras de los Papas y este cielo, el pintor ha representado a la izquierda a la Madre Teresa de Calcuta y a la derecha a Maximiliano Kolbe, un clérigo franciscano asesinado en el campo de concentración Auschwitz.

El pintor ha realizado su obra en óleo sobre una base acrílica. Bajo el retablo reposará una vitrina de mármol que aún no está instalada y quizá se coloque en un mes, según calcula el artista.

Vicente Esparza lleva desde el martes encolando los lienzos en las maderas, que encaja con cuidado desde su andamio. Además, debe realizar los últimos retoques de pintura para perfeccionar las posibles distorsiones que se dan durante el ensamblaje. Este lunes o el martes dará la última capa de imprimación para preservar la obra, y, posteriormente, se cubrirá con una lona para no revelar el mural hasta que se haga el acto de presentación.

El artista asegura que ha dedicado a esta obra mucho tiempo, esfuerzo e ilusión y que siente una gran responsabilidad por la importancia que entraña realizar una obra para el templo más importante de la ciudad. Esparza reconoce que, para bien o para mal, la obra será mirada con lupa y que puede recibir todo tipo de críticas, aunque espera que sean todas ellas para bien.