La muerte súbita está dando mucho que hablar. El aumento de las prácticas deportivas entre la población, que cada día se cuida más, ha provocado que en varios ámbitos de la sociedad se produzcan debates en torno a esta dolencia, y sobre los beneficios y los riesgos de realizar ejercicio físico.

Para acabar con los mitos y dejar claras la realidades en torno a este tema, la responsable de Cardiología de IMED Hospitales, María Dolores Masiá, ofreció ayer una charla en Elche dirigida a entrenadores, deportistas y todo el colectivo de personas con afinidad a la práctica deportiva, ya sea a nivel amateur o profesional.

María Dolores Masiá aseguró que «la muerte súbita en el deporte es una realidad, y, que, aunque le hiciésemos reconocimientos cardiológicos deportivos al 100% de la población deportista, por desgracia, se nos seguiría escapando algún caso aislado». Sin embargo, la especialista aseguró que «el nivel de beneficio de la práctica deportiva es siempre mayor que el riesgo de padecer una muerte súbita, y que, con ciertos estudios previos, podemos detectar determinadas patologías cardiacas susceptibles de ocasionar eventos fatales».

La muerte súbita es aquella que ocurre de forma natural, no violenta, e inesperada, en una persona con aparente buen estado de salud que se encuentra realizando sus actividades habituales. Su aparición puede ser debida a diversas causas.

La doctora María Dolores Masiá explica que «en personas menores de 35 años suele aparecer por causas congénitas, con las que se nace», mientras que, a partir de los 35 años, la principal causa es la cardiopatía isquémica, «el acumulo de grasa en las arterias que llevan sangre al corazón».

La especialista destacó que, pese a la alarma social que se crea cada vez que se conoce un caso, la prevalencia de la muerte súbita es muy baja. La incidencia es aproximadamente de una persona por cada 100.000 en menores de 35 años, y de una persona por cada 18.000 a partir de los 35 años.

Además, este tema está rodeado de una serie de mitos. El primero de ellos, explicó Masiá, «es que no sólo se previene con una prueba de esfuerzo, muchas veces en necesario realizar otras pruebas, como un ecocardiograma». El segundo mito que trató de destruir ayer la experta es que «es falso que si no nos ha pasado nada nunca, ya no nos vaya a pasar, por muchos años que la persona lleve practicando actividad deportiva, ya que incluso con ciertas patologías es factible alcanzar un alto rendimiento deportivo».

Masiá destacó que «la incidencia en realidad no es tan alta como parece, sólo que cuando le sucede a un deportista el caso cobra mayor intensidad entre la sociedad por la elevada repercusión social».

Por otra parte, la experta ahondó en las realidades en torno a este problema de salud que son, como ella misma dijo, «que es una patología que existe y existirá; que su incidencia es muy baja; y que, pese a todo, los beneficios del deporte siempre son mayores que los riesgos de padecer una muerte súbita, por lo que practicar deporte es totalmente recomendable».

Para prevenir posibles casos los profesionales aconsejan realizar reconocimientos cardiológicos deportivos, así como estar atentos a posibles síntomas como dolor en el pecho, fatiga, palpitaciones o pérdida del conocimiento.

María Dolores Masiá también destacó que «es importante que las personas que practican deporte, o están en contacto con los deportistas, estén formados en la técnica de reanimación cardiopulmonar, y que los espacios donde se concentren muchos deportistas cuenten con desfibriladores y gente formada para usarlos para atender cualquier urgencia».

Finalmente, la especialista insistió en que «el cuerpo está diseñado para moverse y el deporte es salud, y lo cierto es que el sedentarismo produce más muertes súbitas que la práctica deportiva».