La pedanía de La Hoya cuenta desde hace unos quince días con dos vecinos que siembran ternura y terror a partes iguales. Se trata de dos perros de raza peligrosa, parece ser que dogos canarios, que nadie reclama y que día sí, día también, se dejan ver por el casco urbano protagonizando algún que otro altercado.

El alcalde pedáneo, José Tarí, explicó que «son dos perros que andan sueltos, sin collar, y van y vienen corriendo por las calles». Tarí indicó que «no sabemos si alguien los suelta, si se escapan de alguna finca, o si los han abandonado directamente».

Lo cierto, apuntó Tarí, «es que ya han provocado algunos problemas, porque andan por la calle principal, obstaculizando el tráfico, y a muchos vecinos les da miedo».

Concretamente, relataban ayer varios vecinos en las puertas de un establecimiento, «el domingo por la tarde crearon una caravana de vehículos, mientras la Policía Local trataba de darles caza sin éxito, porque son perros que salen corriendo cuando se acercan a ellos».

Desde la Protectora de Animales y Plantas de Alicante, que ha recibido infinidad de llamadas, al igual que la Policía Local y el 112, reconocieron ayer la existencia del problema. La entidad aseguró haberse desplazado hasta en quince ocasiones a la pedanía de La Hoya, cuando los vecinos avisan de la presencia de los animales sueltos, pero en ninguna de las ocasiones se les ha podido dar caza. «Son perros muy asustadizos, que salen huyendo cuando nos acercamos a ellos», admitieron desde la Protectora de Animales.

En estas tareas también ha colaborado efectivos de la Policía Local y la Guardia Civil, pero el resultado ha sido siempre el mismo. Los perros han acabado huyendo y refugiándose en los campos de alrededor.

«Si ven que es tan complicado cogerlo, ¿por qué no vienen más preparados?», decía ayer un vecino que no se fía de la reacción de los perros, a los que consideran de raza peligrosa por su parecido a los dogos canarios, según detallaba.

Una dependienta de un supermercado explicaba que «el lunes tuvimos que darles el bocadillo de salchichón que se estaba comiendo una compañera, porque no paraban de asomarse a la puerta», mientras otra mujer de la zona, Mónica, decía que «hay muchos vecinos que les han dado comida y agua, aunque no tienen aspecto de estar desnutridos».