En 1991, con poco más de 25 años, Lorenzo Quiles tenía la vida solucionada. Había terminado la carrera de Derecho y se sacó «con la gorra» tres oposiciones: la de secretario-interventor y las de técnico de Administración General tanto del Ayuntamiento como de la Generalitat. Trabajo asegurado para toda la vida y, además, para elegir. Problema: las leyes nunca fueron su pasión. Fue lo que le impuso su familia porque no le veían ningún futuro a su devoción por la Filosofía y los tebeos, con los que aprendió a leer con dos años.

Pero nunca desistió. A pesar de convertirse en uno de los funcionarios de referencia en el Ayuntamiento de Elche -ha estado durante casi dos décadas al frente de Ordenación Urbana-, encontró tiempo para sacarse la carrera de Filosofía y conservar su pasión por coleccionar cómics.

Ha aguantado 28 años en la Administración pública pero ya no podía más. Demasiados informes sobre el Mercado, el Porta d'Elx u otros fangos urbanísticos del Consistorio ilicitano... Pero en agosto vio la luz cuando su amigo Jesús Laguardia, expropietario de la tienda de cómics Ateneo, le dijo que se jubilaba y vendía el negocio. Lo rumió durante un tiempo y finalmente tomó la decisión: la adquiría e iniciaba una nueva aventura al frente del gran templo alicantino dedicado al tebeo. De momento, bajo las enseñanzas de su «maestro Jedi» Laguardia, que le está enseñando todos los trucos del negocio.

«Mi familia, sobre todos mis padres, se preguntaban si me había vuelto loco. Algunos de mis compañeros, que comparten mi afición, me han dicho que me envidian. Los que no saben de este mundo directamente no opinan, porque yo creo que no les cabe en la cabeza lo que acabo de hacer», explicaba el propio Quiles desde el interior del que es ahora su segundo hogar, Ateneo.

De momento, ha pedido un permiso en el Ayuntamiento que se le acaba en noviembre, y, en el caso de que opte por alargarlo, se convertirá en una excedencia de dos años. «Primero voy a ver si la cosa funciona y a partir de ahí decidiré», reseñaba. Aunque, según se le veía en este comercio, parecía un niño con zapatos nuevos. Emocionado mostraba los enormes almacenes de los que dispone este lugar de referencia para los amantes del cómic y los juegos de rol, tanto de la provincia como del resto de España. Enseñaba la gran variedad de tebeos con los que cuenta, de primera y segunda mano... Algunos de ellos con más de 50 años. Auténticas joyas para los amantes de las viñetas que para él son más cruciales que cualquier decisión que pueda tomarse en un Ayuntamiento. «Cada uno tiene sus prioridades en la vida», reseña.

Lorenzo Quiles no cree que su labor ahora tenga menos importancia que la que llevaba a cabo en el Consistorio. Entiende que ha asumido una gran responsabilidad poniéndose al frente de Ateneo. Pero, como en otras fases de su carrera profesional, es un hombre seguro y tiene claro que dará la talla. «Soy un coleccionista empedernido, creo que majete, y pienso que, tanto en el Ayuntamiento como aquí, siempre he tenido don de gentes. Los clientes me van respetando porque ven que sé de lo que hablo. Ahora solo tengo que aprender cómo funciona el negocio y mirar hacia adelante», argumenta este abogado, que tiene en mente potenciar todo tipo de actividades culturales en Ateneo relacionadas con el cómic.

Y es que Quiles ha pasado de estar rodeado de políticos y funcionarios discutiendo por problemas urbanísticos a amantes del rol que solucionan sus disputas sobre una mesa tirando un dado, utilizando un hechizo especial o sacando una «carta magic». Pero eso no quiere decir que este ilicitano se encuentre en un periodo sabático. «Mi padre me lo advirtió: "Lorenzo, como funcionario acabas a las tres y un negocio propio es muy sacrificado". Y el hombre tenía más razón que un santo. Aquí llego a las 10 de la mañana y regreso a mi casa, que está en Elche, a las 11 de la noche. Pero es que estoy encantado, encantado de la vida», repetía y repetía este funcionario que ha rejuvenecido a sus 54 años.

La carambola que persigue ahora es conseguir que el negocio funcione de manera autónoma para no tener que estar todo el día allí presente y poder combinarlo con ser profesor de instituto de Filosofía. Hace seis años ya pidió una excedencia y estuvo dando clases sobre esta materia. Quizá lo consiga o quizá no, pero lo que está claro es que la filosofía con la que este hombre se toma la vida es totalmente envidiable.