Los inicios del teatro están íntimamente ligados a los de la propia religión. De hecho, en época medieval, eran las iglesias los escenarios en los que los actores contaban misterios y pasiones al pueblo. Ésa es una de las razones por la que las monjas Clarisas han optado por este discurso escénico para relatar la historia que, hace 500 años, las trajo a la ciudad de las palmeras. Una de las actividades estrella con la que celebran ese quinto centenario.

El encargo ha recaído en el exconcejal de Cultura y dramaturgo ilicitano Antonio Amorós, que esta tarde, a las 19.30 horas, en la sede del CEU en Reyes Católicos, presenta el texto, titulado «La luz de las Clarisas». Y como toda obra que se escribe, debe representarse. El director local Xavier Rico prepara, desde hace meses, el montaje junto a doce actores de diferentes compañías de Elche: Kalandraka, Asprella y otras independientes.

«Una de las primeras cosas que aconsejé al reparto, sobre todo a las actrices que encarnan a las monjas, es que fueran a conocer a las Clarisas y observaran la manera tan característica que tienen de comunicarse entre sí y de moverse. Que trataran de captar esa alegría, esa serenidad y esa bondad que transmiten. Las intérpretes están tan ilusionadas que, incluso, se están confeccionado sus propios hábitos», explica Xavier Rico, que muchas noches, tras la misa de ocho, ocupa junto a su grupo actoral el interior de la iglesia de San José para ensayar. El mismo lugar en el que, el 3 y 4 de junio, llevarán a cabo la representación. «Quería hacerlo en el hábitat natural de los protagonistas de esta historia, con el fin de irradiar toda esa espiritualidad», detalla el director.

Aunque «La luz de las Clarisas» no es solo una historia religiosa. Según su autor, Antonio Amorós, su texto es, además, el reflejo de una época, en la que, por ejemplo, se palpan los conflictos entre la iglesia de la nobleza y la de los pobres. En definitiva, es un documento histórico, que ha llevado a Amorós a escudriñar, con la ayuda del investigador Joan Castaño, documentos en importantes archivos españoles, como el de los Ilustres y Beatos Franciscanos de Sevilla.

El hilo de conductor de su nuevo libro es la llegada en carro, el 1 de enero de 1517, de esas cinco monjas Clarisas al monasterio que se levantaba donde ahora se encuentra la Glorieta. Amorós deconstruye la narración y establece un juego con saltos temporales, en el que introduce diálogos del siglo XII entre San Francisco y Santa Clara, iniciadores de esta orden religiosa; e incluso de monjas Clarisas en la actualidad preparando una representación teatral, lo que le acerca al metateatro.

«He querido reflejar, con rigor histórico, la esencia de las Clarisas y de la cultura franciscana. Mostrar su entrega, su resignación llevando hábitos viejos y durmiendo en jergones. Sin embargo, las crónicas que he encontrado suelen ser frías y anecdóticas, por lo que he tenido que imprimirle elementos de ficción que generen tensión y conflicto entre los personajes», detalló el dramaturgo ilicitano.

En la piel de una Clarisa

«Paz y bien». Es el saludo, y a la vez despedida, de las Clarisas. Una frase sencilla, pero muy bonita, que dejó prendada a la actriz ilicitana Rocío Belmonte en sus múltiples visitas al convento para conocer, de cerca, a las hermanas. Partiendo de esa dulce sencillez, está esculpiendo Belmonte a su personaje, Santa Clara, una mujer humilde y entregada, pero a la vez fuerte y con un enorme carácter. «Está suponiendo todo un reto para mí y una experiencia enriquecedora. Entender y acercarte a su modo de vida, marcado por la humildad y la clausura... Me da mucho respeto encarnar este personaje porque sé la importancia que tiene para estas monjas. Es una responsabilidad tanto de cara al público como a ellas», expresa.