Domingo. 12.30 horas. Entrada del parque natural de El Hondo. Lo primero que nos encontramos es el Centro de Interpretación. Aunque se supone que está abierto hasta las 14 horas, en un primer momento, lo vemos totalmente vacío y desangelado. A los 20 minutos aparece un trabajador, que amablemente nos entrega un folleto con tres rutas para senderistas diferenciadas por colores: una pequeña a través de unos puentes de madera que atraviesa unas lagunas, otra de poco más de 4 kilómetros y una última de 18 kilómetros más orientada a recorrerla en bicicleta. Fuentes del parque excusan la tardanza de este empleado, encargado de atender a las visitas, explicando que solo hay una persona para dicha misión y, por lo tanto, «no suele dar abasto», matizan.

Una vez dentro comienza la yincana. Tras atravesar la primera ruta de puentes de madera se supone que comienzan los tramos más extensos, salpicados de algunos miradores. El problema es que en los caminos hay muy pocas señalizaciones y la gente se mueve casi por instinto por los diferentes senderos. Las referencias al color de cada ruta son prácticamente nulas. De hecho, son los propios visitantes los que van orientándose unos a otros. «Entonces... ¿se vuelve al Centro de Interpretación por allí?». «¿Pero la de cuatro kilómetros no empezaba por ese camino?». Un follón y nadie a quien preguntarle, a no ser que des marcha atrás y vuelvas a la entrada, y, desde allí, el trabajador reintente trazarte una recorrido que después sepas seguir.

Fuentes del parque natural subrayan que, desde hace años, se viene reclamando al Consell, órgano del que depende este parque natural -uno de los más importantes de la Comunidad-, mejoras que consideran vitales. Por un lado, como es evidente, renovar la señalética, ya que son conscientes de que al público no le acaba de quedar claro por dónde tirar a no ser que conozca previamente la zona.

Por otro, las mismas fuentes consideran que precisan de más personal de atención al público. «Sobre todo, teniendo en cuenta que se trata de un área con más de 30 kilómetros para recorrer a pie. Una persona sola no puede con todo, y más cuando tiene otras funciones, como realizar estadísticas u otras tareas administrativas», recalcaron dichas fuentes. Asimismo, entienden que es necesaria una renovación de los materiales informativos. Los folletos se han quedado «anticuados» y los paneles con las diferentes aves en los miradores «disponen de una contenido limitadísimo en relación con la riqueza aviar -más de 200 especies- con la que contamos en este ecosistema tan característico», dicen.

También hacen especial hincapié en la falta de material didáctico de cara a las excursiones de colegios. «Es normal que no todos los profesores tengan un conocimiento exhaustivo de El Hondo. Sería bueno contar con los suficientes recursos para enriquecer las visitas de los más pequeños», manifiestan.

En esta «lista de la compra» de cosas que serían necesarias para mejorar las visitas al parque natural no puede faltar una buena remesa de material de observación de aves. El Centro de Interpretación dispone de prismáticos y telescopios que se prestan al público pero, debido al paso del tiempo, la mayoría no funcionan correctamente. «Las casetas están perfectamente colocadas para que la gente pueda visualizar las especies pero, indudablemente, se necesitan estas herramientas ópticas para verlas correctamente», reseñan, además de apostillar que el tractor, con el que se realizan labores de mantenimiento, lleva mucho tiempo estropeado.

Críticas por desconocimiento

Desde el parque natural de El Hondo también apuntillan que algunas de las críticas que realizan los visitantes se hacen por mero desconocimiento. «Hay gente que se queja de zonas en el que las plantas están muy secas, pero hay que tener en cuenta que se trata de una vegetación de saladares, y algunas partes de dichas plantas tienden a acumular sal y a morir para que otras partes puedan sobrevivir. Es, en definitiva, el ciclo natural de este ecosistema», aclaran.