Los sanitarios han empezado a jugar un papel importante en la detección de casos de violencia de género. Gracias a la ayuda de médicos y enfermeros, se han llegado a detectar más de 230 casos de violencia de genero en un mes en la provincia. El médico de familia y coordinador del centro de salud Pla-Vinalopó de Elche, David Díez, asegura que los sanitarios tienen mucho que aportar, desde sus consultas, a la lucha contra esta lacra social.

¿Qué le parece que se actúe contra la violencia de género desde el centro de salud?

Estamos ante una respuesta muy sensible por parte de la Conselleria de Sanidad a un problema, desgraciadamente, muy actual, que es el de la violencia de género. Con este nuevo programa se trata de aprovechar la confianza que los pacientes depositan en su médico de familia, enfermero o trabajador social, o con el personal del servicio de salud sexual y reproductiva. Se trata de aprovechar esa confianza, y confidencialidad dentro de la consulta, para captar a pacientes que no tienen otra manera de expresar este problema o de pedir ayuda, bien por desconocimiento, o por tener pocos recursos socioculturales.

¿Ha llegado a detectar algún caso de violencia de género en su consulta?

Sí. Se trata de casos en los que la paciente realiza una consulta por otro motivo, pero hablando con ella sientes que hay un problema de fondo. Se ve en casos en los que la paciente presenta ansiedad o depresión, o molestias muy difusas, que no acaban de tener una relación. De pronto, un día te animas a preguntar: «¿Qué tal por casa?». O le ofreces realizar la encuesta de la Conselleria. Ahí te encuentras con sorpresas que, al fin y al cabo, no acaban de serlo.

¿Cuál es su reacción ante una confesión de este tipo?

En un primer momento te quedas helado, aunque tengas sospechas, ya que se trata de una confesión muy seria, pero luego encuentras explicación a cosas que antes te generaban esas sospechas.

¿Trabajaban este problema antes de que entrase en funcionamiento el programa de la Conselleria?

Antes se trabajaba, pero no de una forma tan proactiva. Cuando había una sospecha te lanzabas y hacías alguna pregunta, o esperabas a que viniese la paciente sola. Antes era más complicado, porque habían unos formularios muy extensos, en los que había que emplear tres cuartos de hora, mientras que ahora se ha hecho mucho más fácil, con una pequeña encuesta.

¿Qué mecanismos se activan cuando una paciente confiesa ser una mujer maltratada?

El mismo programa te indica el procedimiento, y lo va haciendo todo de forma telemática, enviando el parte de lesiones al juzgado, y poniendo a la paciente en contacto con un trabajador social. Va todo muy rápido.

¿Cuál es la reacción de las pacientes?

La mayoría de veces todo el proceso se realiza con la paciente delante, pero hay otras en las que se niegan a confesar. En estos casos, si hay sospecha, también se pone en marcha la alerta.

¿Qué sanitarios pueden identificar el problema?

El programa está diseñado para que actúen médicos, enfermeros, los trabajadores sociales de los centros de salud, y el personal de las unidades de salud sexual y reproductiva.

¿Qué dicen los profesionales? ¿Cómo ha recibido el colectivo esta nueva tarea?

Se valora como un avance muy positivo. Somos un colectivo muy concienciado con este problema, porque lo vemos a diario. En la consulta la gente nos cuenta muchas cosas y nosotros captamos muchas cosas. La mayoría de veces estamos muchos años con los mismos pacientes, y vas apreciando cosas que te llaman la atención.

¿Implica dedicar más tiempo en la consulta?

Es verdad que es una tarea que implica más tiempo de dedicación en la consulta, pero hay que hacerlo. En febrero se hizo un gran cribado, pero hay que hacerlo durante todo el año. La gente está muy sensibilizada. La intervención de los sanitarios puede evitar muchos casos de violencia de género, y ayudar a cambiar muchas vidas.