¿Se puede llegar a todo? La respuesta es sí. ¿Y además hacerlo bien? También. ¿Y si además se padece lupus? Pues esta debilidad paradójicamente es la que te da un plus de fuerzas para rebelarte contra el destino y demostrar que, en contra de lo que digan los demás, no hay muro que no se pueda saltar.

La ilicitana Inma Lara representa todo esto y más. Es un ejemplo real de que hace más el que quiere que el que puede, que la motivación pueden mover montañas y que casi nada es imposible, por muy humilde o elevada que sea la meta, si así uno se lo propone, con o sin esta patología.

Esta ilicitana no ha ganado ningún premio, ninguna competición, no ha sido reconocida por ninguna institución, ni forma parte aparentemente de ninguna estadística oficial. Pero sí que saben de su generosidad, de su entrega, de su determinación y de su esfuerzo sus convecinos, sus compañeros de aula, su colegas de trabajo, en el barrio y, también, a través de las redes sociales.

Inma Lara hace posible y fácil lo que se plantea a primera vista muy cuesta arriba. Además de ser mujer, esposa y madre de tres hijos (nada menos y en los tiempos que corren), cultiva intensamente su formación académica, además de la profesional. Pero todo esto cabe ponerlo mejor en contexto y recapitular para conocer los sacrificios que en los últimos años viene afrontando, peajes que realizan miles de personas anónimas a diario y que nunca salen en los medios de comunicación. Por eso, esta historia también sirve de reconocimiento a todas aquellos ciudadanos que han hecho muchísimo por su comunidad, han aportado su granito de arena, aunque nadie nunca se lo haya reconocido públicamente.

Inma Lara comenzó la licenciatura de Periodismo con 29 años y con una niña de 9 meses. Además, a lo largo de su carrera -coincidió con que el Gobierno central decidió subir sensiblemente las tasas académicas y por poco se tuvo que dejar los estudios- ha tenido otros dos niños.

«Siempre me ha gustado mucho escribir. Era una espina que tenía dentro. Siempre he querido hacer lo que de verdad uno quiere. Si hay algo que te gusta, hay que ir a por ello y no ponerte límites», señala de entrada esta polifacética ilicitana.

Además de las responsabilidades familiares cabe mencionar que trabaja de 6 a 13 horas como técnico de laboratorio. Pero por si esto no le quitara suficientemente el sueño, desde hace año y medio ha montado su propia empresa de comunicación, que más bien parece casi una ONG. Se ha volcado mucho con su barrio, ayudando interesada y desinteresadamente a los comercios de la zona, hasta el punto de tener en mente la puesta en marcha de un proyecto en red que los agrupe no sólo con intereses comerciales, sino también con el fin de mejorar los servicios, la habitabilidad y la solidaridad en su barriada y también más allá.

Pero, además, está impulsando un reconocimiento, a través de reportajes digitales, de personas muy queridas en la ciudad, que han aportado mucho en Elche, o profesionales que lo dieron todo y que nunca han tenido aunque fuera un pequeño homenaje acorde. Busca visibilizar a aquellas personas que con su trabajo aparentemente insignificante o infravalorado han ayudado a engrandecer a Elche y a su sociedad.

Por si esto no fuera bastante, además de sus dos trabajos y de la familia, los miércoles, jueves y viernes, de 16 a 20 horas, ha vuelto al campus. Está haciendo un máster en la Universidad Miguel Hernández, con lo que eso conlleva de trabajos académicos y de estudio.

«Mi motivación era la frase "no vas a poder". Todo el mundo, mis amigos y mi familia, me decían que estaba loca», señala, al tiempo que asegura que tiene tiempo para todo y que la verdadera clave está en organizarse.

Y se organiza tan bien que, por si fuera poco, es la responsable desde hace cinco años del Mercadillo del Trueque, que se convoca en la plaza de Castilla.

«Soy muy metódica y rutinaria y me mueve la pasión que lo pongo a todo. Siento que ayudo a la gente, mientras que estudiar me ayuda también a realizarme», indica Inma, quien precisa que intenta también quitarle el mínimo tiempo posible a la familia.

Hasta aquí es innegable que su historia llama al menos un poquito la atención. Pero hay que agregar que Inma padece lupus, una enfermedad «autoinmune crónica que ocasiona que el sistema inmunitario ataque a los tejidos de su propio organismo y que puede poner en riesgo la vida del paciente», según la Federación Española de Lupus, desde donde se advierte: «No tiene cura y puede llegar a ser fatal, ya que puede afectar a cualquier órgano del cuerpo, como la piel, el corazón, los pulmones, los riñones y el cerebro. No han aparecido medicamentos nuevos en los más de 40 años que se conoce la enfermedad, y muchos de los que se prescriben provienen de investigaciones de otras enfermedades».

Hoy 10 de mayo es el Día Mundial del Lupus e Inma Lara es un ejemplo claro de que, pese a que todo esté en contra y pese a sufrir esta patología, los deseos se pueden hacer realidad. Solo hay que proponérselos e ir a por ellos.