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Discapacitados claman una ciudad sin barreras y mejor adaptada

La falta de accesibilidad de los edificios públicos y los obstáculos en las aceras lastran el día a día de los usuarios con sillas de ruedas

Una persona invidente, en una calle llena de obstáculos. sergio ferrández

Son barreras que para la mayoría de la sociedad pasan desapercibidas cada día, pero que para otros colectivos con discapacidad o movilidad reducida movilidad reducidasuponen una carrera de obstáculos. La accesibilidad continúa siendo una asignatura pendiente en Elche.

La adecuación de las rampas, la ampliación de semáforos sonoros, la adaptación de los edificios públicos y la retirada de impedimentos en mitad de las aceras son los principales reclamos tanto de invidentes, como de usuarios de sillas de ruedas o sordos.

Para las personas ciegas, la ampliación de la red de semáforos con mandos es una necesidad crucial. Desde la delegación ilicitana de ONCE señalan que, actualmente este servicio, que avisa a los usuarios que tienen vía libre para cruzar una calle, únicamente está disponible en 16 cruces distribuidos principalmente en el centro, Altabix y Sector Quinto. Además de esta infraestructura adaptada, por la ciudad hay numerosos semáforos acústicos, pero que únicamente funcionan hasta las diez de la noche, según constatan desde la ONCE.

Otra de las carencias que se encuentran los invidentes es la ausencia de dispositivos parlantes en las marquesinas de los autobuses o en los propios medios de transporte públicos para informar sobre el estado de la línea.

La falta de rampas con firmes que se distingan del resto de las aceras también pone en riesgo el tránsito diario de los vecinos con dificultades de visión, sobre todo, cuando se disponen a cruzar de calle.

«Las carencias son generales en todos los barrios de Elche. En materia de accesibilidad, el Ayuntamiento ha hecho un trabajo muy grande, pero siempre quedan cosas pendientes», apuntó Bernardo Presas, director de ventas del colectivo de ciegos.

Y es que, al margen de las facilidades que se les pueda brindar a las personas discapacitadas, la mayoría reivindican que no les hagan la vida más difícil. «En una misma calle nos encontramos con una acumulación de bolardos, árboles y señales en medio de las aceras que nos entorpecen muchísimo el paso», comenta Presas.

No muy lejos de esta realidad, los afectados con discapacidades físicas también topan cada día con trabas, como los escalones entre las rampas y la calzada, que hacen que se encajen las sillas de ruedas, o también sufren la congestión del mobiliario urbano en una misma acera.

Pero, sobre todo, lamentan la falta de accesibilidad en los edificios públicos. «No es normal ir al Registro de la Propiedad y que te atiendan en la calle, porque no tienen rampa. Tampoco está bien que la Calahorra no esté adaptado para el paso de sillas de ruedas, ni tampoco la concejalia de Urbanismo. En el archivo ni siquiera va el ascensor», criticó María Rosa, usuaria de la Asociación Sin Límites.

Como ella, Susi Fenoll, otra ilicitana con movilidad reducida, coincide en la existencia de las barreras arquitectónicas a nivel público y, sobre todo, en el ámbito de lo privado. «Los restaurantes no están adaptados a las sillas de ruedas, ni tampoco otros servicios. En el Hospital, por ejemplo, no llegamos a los botones superiores del ascensor y no hay habitaciones con aseos accesibles», señala.

Más problemas

Las instalaciones sanitarias suponen también un obstáculo para las personas sordas. Un colectivo que echa en falta paneles informativos que avisen del turno, en los centros de salud y el Hospital General, tal y como señala la asociación APESOELX. Asimismo, la ausencia de intérpretes de lenguaje de signos es una de las gran carencias en los hospitales. «Cuando una persona sorda tiene un accidente o una urgencia, antes de ir al hospital o en ya dentro, deben ponerse en contacto con el 112 y esperar a que llegue el intérprete de lengua de signos. Todo se retrasa», apuntan desde la asociación ilicitana.

Las trabas en la accesibilidad también se encuentran en el ocio y la cultura. «En el cine tampoco hay subtítulos en las películas, sólo los jueves y en el último pase», denuncia el colectivo de personas sordas.

Mientras, en el ámbito educativo, las oportunidades se agravan. Desde APESOELX, advierten que solamente hay un instituto con intérprete de lengua de signos, en Carrús, donde hay solo un profesional para todos los alumnos sordos que hay en el centro. «Solo hay intérprete en algunas asignaturas y algunas horas al día, lo que conlleva a una desigualdad con el resto de compañeros oyentes y, por consiguiente, un retraso educativo», lamenta la asociación.

La ausencia de colegios que que tengan esta figura para su alumnado sordo, según la agrupación, provoca que los estudiantes que llegan al instituto, donde sí hay intérprete, se encuentran con un desconocimiento de la lengua de signos, porque no han tenido la oportunidad de aprenderlo en su infancia.

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