La alergia es una alteración del sistema inmunológico que produce un tipo especial de anticuerpos frente a determinadas sustancias que no son nocivas. Es decir, que el organismo de un alérgico a la leche lo confunde con un veneno y crea los anticuerpos para destruirlo. No es eso lo que ocurre en las intolerancias (que generan dolores inespecíficos, cefaleas, náuseas... y que solo se diagnostican con dietas de eliminación e introducción). Garde aclara que los niños pueden ser alérgicos desde antes de nacer, y sensibilizarse a algo que come su madre durante la gestación o a través de la lactancia y también en el parto. Con frecuencia, la primera vez que se ingiere el alimento ya se desencadena la reacción.

Los cuadros alérgicos son en el 80% de casos cutáneos (urticarias, hinchazones de partes blandas del cuerpo...) y no suelen ser graves, aunque sí aparatosos y requieren tratamiento médico. Hasta un 30% tienen cuadros digestivos (diarreas, vómitos), un porcentaje menor síntomas respiratorios o afectaciones del sistema vascular (caída de tensión arterial, mucho más difícil de detectar fuera de la consulta). Cuando se dan dos de esos cuadros juntos se habla de anafilaxis, de mayor gravedad y potencialmente mortal (aunque no lo son ni el 1% de los cuadros anafilácticos, según el doctor Garde). Eso sí, ante ellos hay que ir al médico y someterse a tratamiento. La desensibilización, una técnica que introduce progresivamente los alimentos, se aplica bajo estricto control y cuando los médicos lo consideran oportuno. e. g. b.