El próximo 21 de mayo se cumplirá un año desde que abriera sus puertas el mercado provisional. Algo más de 40 placeros consideraron que el futuro pasaba por un nuevo edificio que frenara la caída de ventas y por un proyecto mucho más ambicioso, que incluyera otros servicios y, sobre todo, un aparcamiento subterráneo.

Aparcisa, la concesionaria del nuevo proyecto, levantó un espacio provisional, en la avenida de la Comunidad Valenciana (no sin polémica, ya que incluso se implicó al Seprona), y hasta él se trasladaron los minoristas que respaldaron y respaldan activamente esta iniciativa.

No obstante, otra decena de compañeros no lo vio tan claro y desde entonces continúan reivindicando una reforma del actual inmueble desde un edificio que en sus dos plantas ha quedado prácticamente desangelado. Mientras en el mercado provisional de inmediato vieron cómo recuperaban un nivel de ventas no visto en años anteriores, en el Mercado Central los «resistentes» han asistido a un cada vez menor flujo de clientela y, por tanto, de ventas, aunque aguantan como pueden.

Tanto para unos como para otros, este último año ha sido muy duro. La incertidumbre acerca de qué pasará con sus puestos de trabajo ha provocado a muchos numerosas noches sin dormir durante todos estos meses, puesto que la concesionaria, los políticos, las asociaciones y otras entidades que se han pronunciado a favor o en contra pueden vivir sin el mercado. Pero los placeros no. Al fin y al cabo, se trata de sus empleos.