Los permisos de maternidad se han visto reducidos en la provincia de Alicante casi un 20% en los últimos diez años. Un retroceso, que cumple con la tendencia nacional y que está directamente ligado con el descenso de la natalidad, en un territorio marcado por la pérdida de población pérdida de poblacióndonde ya se han registrado más defunciones que nacimientos. Sin embargo, expertos laboralistas y sindicatos achacan este declive de solicitudes de bajas maternales a la precariedad del empleo femenino, como consecuencia de la crisis económica.
Y es que, en el año 2006 la provincia llegó a contabilizar un total de 11.135 permisos de maternidad, mientras que una década después, en 2015, las prestaciones solicitadas se quedaron en 9.269, según las estadísticas del Instituto Nacional de la Seguridad Social. Paralelamente, la Comunidad Valenciana acumula ya siete años de retroceso de la natalidad, lo que supone la segunda serie de números rojos más prolongada de la natalidad valenciana en las últimas cuatro décadas tras el período de 13 años consecutivos de descenso que se vivió entre 1977 y 1989.
En esta línea, los expertos y las estadísticas reflejan que demográficamente la provincia, en el mismo nivel que el resto del país, asiste a una progresiva reducción del número de mujeres en edad fértil y últimamente los saldos migratorios en España son negativos, así como el número de emigraciones al exterior es mayor que la inmigración exterior.
«Si no se dispone de recursos para mantener una familia es difícil plantearse la maternidad, las mujeres temen que sus contratos laborales no sean renovados si quedan embarazadas o no sean consideradas ante una promoción profesional. Es importante que el mercado de trabajo no penalice el disfrute del derecho a acogerse a estos permisos», señala directora de la unidad de Igualdad de la Universidad Miguel Hernández (UMH), María José Alarcón. En este sentido, la docente del departamento de estudios económicos y financieros de la institución universitaria alerta de que a estas causas se suma que la natalidad no es el único determinante del número de solicitudes de permisos de maternidad y paternidad. «Tener un empleo o, en su caso, estar percibiendo la prestación por desempleo es un requisito indispensable para poder beneficiarse de estos permisos. En este sentido, el paro, que afecta de forma especial a las mujeres, o la feminización de la economía sumergida también son importantes factores influyentes», apunta María José Alarcón.
De hecho, los expertos señalan que el trabajo a domicilio, los servicios domésticos, transformación de productos agrarios, aparados de calzado, confección... son actividades que mayoritariamente se llevan a cabo por mujeres y en muchas ocasiones de manera clandestina.
«La feminización del paro es una de las grandes consecuencias del descenso de los permisos de maternidad. El desempleo afecta más a las mujeres, que se quedan en casa cuidando a los hijos y que, por tanto, no tienen que solicitar la prestación. También hay muchas que están a media jornada y compatibilizan el trabajo con la baja maternal», confiesa Enma Pérez, secretaria de Mujer de Comisiones Obreras.
Acceder a un empleo
La situación laboral ha evidenciado, en muchos casos, un lastre directo para las trabajadoras en edad de ser madres. «Afecta en el acceso al empleo, las mujeres en edad fértil y/o con hijos e hijas, en muchas ocasiones, no son consideradas en los procesos de selección. También la continuidad en su puesto de trabajo se ve afectada, muchos contratos laborales de carácter temporal no son renovados tras una maternidad», manifiesta la directora de la unidad de Igualdad de la UMH.
Como ella, los sindicatos coinciden en haber sido testigos del hándicap que tienen las mujeres de treinta años para encontrar o mantener su trabajo, sobre todo en el sector privado, tras la crisis. «Pese a ser un derecho, las empresas ponen más dificultades que facilidades a la hora de conceder los permisos de maternidad», denuncian desde Comisiones Obreras.
