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El imperio que nació en las nubes

El gigante Tempe se gestó en los años ochenta tras un encuentro casual entre el ilicitano Vicente García y Amancio Ortega

El imperio que nació en las nubes

Cuentan en su círculo que todo fue una casualidad. Corrían los años ochenta, cuando el azar quiso que los caminos del ilicitano Vicente García y del gallego Amancio Ortega se cruzaran. Era un vuelo con destino a alguna feria, señalan que alemana. «Yo me dedico a la industria textil», bien pudo decir el que hoy es el segundo hombre más rico del mundo, después de Bill Gates. «Yo me dedico al calzado», pudo matizar el otro, cuya familia ya levantó en los años sesenta el grupo Garvalín, especializado en calzado infantil. «Yo estoy buscando incorporar una línea de zapatos», apostillaría el cerebro de Inditex, dejando entrever una idea no poco atrevida para la época -la de aunar textil, calzado y complementos-, aunque hoy bastante común a fuerza de verla en todas las cadenas. Nacía así, en las nubes, lo que hoy es el gigante Tempe, el mayor productor de calzado de España y uno de los primeros en todo el mundo, y que surte de zapatos y complementos a todas las marcas de Inditex: desde Zara a Massimo Dutti, pasando por Pull&Bear, Bershka, Oysho, Lefties, Stradivarius o Uterqüe. Ahora, si cuaja el proyecto en ciernes, Tempe puede convertir a Elche en la sede del mayor centro logístico de calzado del mundo. A los 150.000 metros cuadrados que tiene en estos momentos en Elche Parque Empresarial, sumaría unos 300.000 más en la nueva fase del polígono proyectada por el Ayuntamiento, y a los 1.700 empleados que ya hay en plantilla podría añadir un millar más.

Enemigo de cualquier ostentación, Vicente García es la discreción personificada. De trato cercano en las distancias cortas, afirman quienes lo conocen, el ilicitano está cortado por el mismo patrón que el gallego. Nada de flashes, y pocos saraos: alguna visita institucional, y de mucho en mucho, y algún que otro reconocimiento público, como aquel «Costrero de Honor» que le entregaría la Asociación de Amigos de la Costra allá por 2009. Pocas imágenes más se pueden obtener de él. Por no estar, no está en asociación empresarial alguna, salvo en la patronal zapatera FICE, donde sí está integrado Garvalín, que no Tempe, y siempre apartado de cualquier órgano directivo de la federación. Como mucho, se ha dejado ver alguna vez en los últimos meses en la peña alicantina «Los inocentes». Poco más.

Sea como sea, Vicente García es de los pocos que se pueden permitir tratar al gallego de tú a tú. No en vano, tiene el privilegio de estar en la única sociedad en la que el hombre más rico de España no tiene mayoría: 50% para el ilicitano, 50% para el gallego. Tanto es así que nadie duda que Tempe está en Elche y quiere ampliarse en Elche única y exclusivamente por Vicente García. Novias nunca han faltado a la firma. Cualquier municipio es sabedor del motor económico que, al final, el gigante Inditex puede suponer para su territorio. Amancio Ortega tampoco se lo ha puesto fácil, aunque, hasta ahora, el ilicitano ha sabido vencer esas resistencias. Eso sí, aunque la base de operaciones siempre ha estado en Elche, el domicilio social sigue en el cuartel general de los Ortega, en Arteixo, y el desembarco de gallegos en el polígono industrial de Torrellano es más que evidente... Evidente hasta el extremo que, según cuenta algún empresario con sorna, hay bares del parque que ya no sirven más cerveza que la de Estrella Galicia.

La trayectoria de Vicente García, evidentemente, no se entiende sin Tempe, y no es para menos. Desde que la empresa empezara a andar, allá por 1989, el crecimiento ha sido imparable. Sólo los datos de 2015 dan vértigo: más de 1.000 millones de euros de facturación y más de 71 millones de pares de zapatos puestos en el mercado. Ha sido un crecimiento imparable, pero también previsible. De hecho, en 2008, cuando la firma cerró la operación para hacerse con 90.000 metros cuadrados en la tercera fase del parque industrial, alertó de que todo estaba condicionado a la disponibilidad de otros 200.000 metros cuadrados más en futuros desarrollos del parque empresarial para amarrar su expansión a corto plazo. Ya entonces las negociaciones fueron duras -bastantes duras, se comenta-, y el Ayuntamiento de Elche poco menos que tuvo que hacer encaje de bolillos para cuadrar espacios. De ahí que no fuera extraño que la cúpula de Tempe dejara bien a las claras sus previsiones cerrado todo.

Ahora la compañía juega con el horizonte del año 2018, y la salida pasa sí o sí por esa figura tan denostada -no por su esencia, sino por el uso que se ha hecho de ella en los últimos tiempos- que es la Actuación Territorial Estratégica (ATE). El objetivo es conseguir que el desarrollo de suelo industrial que se puede eternizar durante años, muchísimos años, pueda estar, saliendo las cuentas bien y sin más sustos de los debidos, en un año.

Por ahora, el primer escollo, el del Consell del PSPV y Compromís, está salvado. Ni el presidente de la Generalitat, Ximo Puig, ni el conseller de Economía, Rafa Climent, han ocultado su predisposición a dar el visto bueno a esa ATE que permitiría acortar los plazos. Tampoco se pueden permitir dar un paso en otro sentido. En una sociedad tan castigada por el desempleo, dejar escapar una inversión de ese calibre y con una previsión de puestos de trabajo tan inusual, se acabaría penalizando. También los empresarios censurarían un paso mal dado por parte de las administraciones, en particular los del calzado y la industria auxiliar, que no pueden más que frotarse las manos con lo que está por llegar si finalmente llega. Es verdad que la producción de Tempe está muy deslocalizada, pero una parte importante se produce en España y, en particular, en Elche, incluso en alguna que otra firma de renombre. Se dice que alguna marca ha conseguido reponerse a estos años tan duros gracias a los pedidos que servían al distribuidor de Inditex. Por el contrario, retener el proyecto, permitiría tanto al Gobierno valenciano como al nuevo tripartito de Elche -tan cuestionado por la parálisis en la gestión- vender esta ampliación como uno de sus primeros logros. Por ahora, Puig no ha dejado escapar la oportunidad y ya aprovechó para sacar pecho de este proyecto -sin nombrar a la firma, eso sí, por eso de las cautelas- en el desayuno organizado esta misma semana en Madrid por Nueva Economía Fórum.

En cualquier caso, el recorrido empresarial de Vicente García y de su familia no se agota en Tempe, donde, por cierto, su hijo, Antonio García Peralta, es el director general. Más allá de la industria zapatera, y más allá de Tempe y Garvalín, los García han probado suerte en otros sectores y han levantado el Grupo Azarbe. Su trayectoria ha ido desde el ladrillo hasta las gasolineras, pasando por las explotaciones agrícolas y ganaderas, con un cortijo en Hellín que poco menos que hay quien dice que quita el hipo, y donde se produce vino y aceite. Por entrar, han entrado hasta en la industria audiovisual. Sea como sea, una de sus últimas grandes apuestas ha sido la rehabilitación de la antigua sede del BBVA en la Explanada de Alicante, propiedad de Azarbe.

Ahora, Tempe vuelve a poner en el foco a Vicente García, y, por extensión, a Elche. El proyecto se está negociando y cualquier diálogo de este tipo siempre requiere cautela, cierto es. Sin embargo, eso no quita para que una vez más haya quedado claro que, al final, un imperio que nació en las nubes de la manera más casual tiene presente, pero también mucho futuro. Que pregunten sino a Soraya y Daniel, los dos jóvenes que el jueves se plantaron a las puertas de la firma, en el polígono de Torrellano, para dejar su currículum. «Ojalá cuando amplíen Tempe podamos tener un trabajo», decía en voz alta uno de ellos. Ojalá.

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