Fraskito, Salomón Motos y Antonio Remache, cuando eran unos críos, comenzaron a arrancarse con algún tema flamenquito y a tontear con la guitarra en el culto. Un punto de encuentro para la población gitana que, al igual que las misas de Gospel de los afroamericanos, tienen esa envoltura mágica de música y espiritualidad. Los tres cogieron algo de nombre dentro de esa particular escena que generaba la propia Iglesia Evangélica, y gracias a eso se conocieron. Hace veinte años que abandonaron ese mundo y emprendieron sus carreras alejadas de la liturgia. Fraskito y Salomón Motos, desde su Elche natal, y Antonio Remache, desde Albacete. Tres trayectorias reconocidas en las que han compuesto tanto para sí mismos como para grandes artistas del flamenco nacional como La Negra, Remedios Amaya, Niña Pastori, Rosario Flores, Diana Navarro, Pasión Vega, Guadiana, Parrita o Los Chichos, entre otros. En toda esa batalla por hacerse un hueco en el panorama han vuelto reunirse en ocasiones puntuales, pero nada tan serio como lo que tienen ahora entre manos.

El promotor y productor Pepe Rial decidió juntarlos hace año y medio para que le dieran forma al proyecto de la Trova Gitana, que rememora a ese grupo de señores mayores de Santiago de Cuba que en los años noventa encandiló a los amantes del son cubano. Trova porque más que cantaores se consideran trovadores o cantautores con alma flamenca. Cantautores con ganas de denunciar todo lo que ocurre a su alrededor, a nivel social y político, aunque con un lenguaje muy suyo, muy gitano.

Hoy, a las 21 horas, debutan en La Llotja. Con el nombre del disco ya se presupone que con sus letras no piensan dejar títere con cabeza: «Estos payos me queman». «Aunque decimos lo de "estos" porque no es que nos quemen todos, sino todos esos que nos gobiernan y no dejamos de ver envueltos en tramas de corrupción», explica Fraskito en mitad de un ensayo previo al concierto.

Antonio Remache recuerda que, «cuando empezamos con lo de la Trova Gitana, el reto era no caer en hacer canciones de amor o desamor y centrarnos en realizar críticas sociales que remueven a la población gitana como el maltrato, la marginación a los gays dentro de nuestra etnia, los matrimonios tempranos, etcétera. Consideramos que, aunque cada vez estamos más integrados, es necesario que alguien salga y denuncie todo esto, y la música es un buen catalizador».

El estilo por el que han apostado Salomón Motos lo define como un «potaje sonoro» en el que confluyen reggae, rap, flamenco, rumba, bolero... En definitiva, según Motos, todos esos sonidos con los que han coqueteado a lo largo de los años. Con motivo del Día Internacional del Pueblo Gitano, que tuvo lugar ayer, también interpretan su versión del himno de los gitanos «Gelem, gelem». Quizá este concierto no sea tan épico como ese 8 de abril de 1971, en el que se celebró en Londres el primer congreso internacional del pueblo gitano que ahora cada año se recuerda con esta efeméride. Como poco, el nacimiento de este grupo será un granito de arena más para que las cosas evolucionen a nivel social, o al menos para recordar que tienen que cambiar.