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Un hombro en el que llorar

Cáritas atiende cada vez más a personas que, además de ayuda económica, piden ser escuchados

Una trabajadora social atendiendo ayer por la tarde en Cáritas, donde también se presta acompañamiento familiar. Sobre estas líneas, personas que se dan apoyo mutuo en la sede de la ONG, ayer. ANTONIO AMORÓS

Cáritas Elche ha llamado la atención sobre un hecho que hasta hace bien poco pasaba casi desapercibido y que es muy sintomático: están atendiendo cada vez a un mayor número de gente que, más que ayuda material, persiguen que alguien les escuche, una persona con la que poder verbalizar su situación personal y, en definitiva, un hombro en el que, simplemente, poder llorar.

No es que haya cifras, porque este tipo de charlas la más de las veces no pasan a ingresar las estadísticas, pero es un «servicio» que los voluntarios se están encontrando con que cada vez tienen que estar prestando con más frecuencia.

«Muchas personas están solas, necesitan orientación, apoyo y que alguien les escuche», explica el coordinador de Cáritas Elche, Joaquín Sansano, quien añade que lo habitual en estos casos es poder desahogarse y contar por lo que están pasando.

Se podría decir, por tanto, que además de formación, petición de alimentos o de ayudas económicas para pagar el alquiler y los servicios básicos, Cáritas se ha tenido que enfrentar también a lo que se podría denominar acompañamiento familiar, y que no cuesta dinero ni recursos, solo supone destinar algo tan valioso por otra parte como es tiempo a los desamparados.

«Cuando pasas de la pobreza a la exclusión, cuando hace tiempo que dejas de asistir a los ámbitos de sociabilización y de ocio, te vas aislando de la gente y eso se va agravando, ya no tienes adónde acudir cuando te colocas al margen de la vida en sociedad», reflexiona el responsable de esta ONG en Elche.

Además de en la sede principal, en las 19 parroquias donde tiene presencia Cáritas también se está accediendo gustosamente a escuchar al prójimo. En todos los casos, se trata de buscar un espacio íntimo, donde el interlocutor se encuentre cómodo, y sentarse para atenderle en un ambiente de confianza y cercanía, para entablar una charla de tú a tú. Incluso si es necesario, por cuestiones de horario, se facilita en algunos casos un número de teléfono para concertar así mejor una cita, señalan las mismas fuentes

Y este es el caso, según Cáritas, no sólo de personas empobrecidas, sino también de enfermos y de gente mayor que vive sola. Sansano apunta en este sentido que, además, el perfil está cambiando. «Cuando empezó la crisis, eran personas de otros países y también mayores de 45 años las que venían solicitando todo tipo de apoyo, pero ahora son personas y familias españolas y muchos padres apenas tienen los 30 años», relata el coordinador a nivel ya general.

¿Repunte?

Y es que en Elche se puede decir también hay una sensación de que recientemente ha habido un repunte de las personas que piden en la calle, después de unos meses tal vez de menor visibilización.

Desde Cáritas Elche consideran que la recuperación económica no está terminando de llegar a las familias y que se está pasando de una situación difícil a otra «insostenible, asfixiante». A juicio de Sansano, esto es así porque se están empezando a acabar las ayudas sociales a las que tenían derecho uno o varios miembros del núcleo familiar, pero también están comenzando a agotarse los ahorros y los apoyos de los abuelos, los tíos o de los padres.

«En el año 2015 había descendido en cierta medida el número de necesitados, pero parece que este año está volviendo a incrementarse», lamenta el coordinador de Cáritas, Joaquín Sansano.

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