A la ilicitana Azahara Aguilera y a sus amigas no les faltaba un detalle para pasar el día de Mona en la playa de los Arenales del Sol: sus tarteras estaban llenas de ensalada de pasta y se habían preparado una sangría bien fría, con fruta picada incluida, para combatir el calor en una mañana prácticamente de verano. En una bolsa les esperaba una enorme fogaseta, rellena de chocolate. Después del festín, se planteaban darse un chapuzón, si el sol continuaba acompañando.

Varias de las cerca de 3.000 personas -según datos de DYA- que eligieron ayer las playas ilicitanas para pasar el Lunes de Pascua no se lo pensaron dos veces para meterse en el agua. «Solo los valientes porque, aunque hace calor, el agua sigue congelada», decía la alicantina Toñi Hernández, que todos los años se desplaza a Arenales a disfrutar de este día junto a sus compañeras del trabajo, «ya que es un sitio mucho más tranquilo que la playa de San Juan o del Postiguet», añadió.

Neveras portátiles, crema solar, cubos y palas para levantar castillos de arena los más pequeños, pelotas para dar unos toques emulando a Neymar, piraguas con las que surcar unas aguas ayer totalmente reposadas, sillas y mesas donde echar unas partidas de chinchón o de póker... Y, cómo no, monas para todos los gustos: grandes, pequeñas, con huevos de gallina, de codorniz, rellenas de crema...

Los bañistas que se dejaron querer ayer por esta zona de costa quisieron estrujar al máximo la buena temperatura. «Llevamos aquí toda la Semana Santa y éste ha sido, sin duda, el mejor día», subrayaba Julián González justo antes de comerse unos mejillones que formaban parte de su aperitivo improvisado sobre la arena.

Sin duda, la climatología fue mucho mejor que la del año pasado en esta misma efeméride. Cabe recordar que el viento, el Lunes de Pascua de 2015, «afeó» la jornada de ocio en esta playa y en otros puntos del municipio donde se congregan familias y amigos para pasar el día, como el Pantano.

En este espacio natural, que está recuperando en los últimos años la afluencia de excursionistas, se podían ver ayer multitud de coches diseminados entre mesas con ollas repletas de conejo con tomate, tortillas de patatas, cocas y bebida. La familia de los «Cebolla» se había traído hasta una pata de jamón, para alegrar un encuentro en el que a sus miembros les afloraba su vena flamenca a la hora de cantar y bailar tras el café.

En los árboles se podían ver algunas bolsa de procesionaria, algo que no parecía importar demasiado a los excursionistas. «Ahora esos bichos no hacen nada. Y si nos ha caído algo, ya nos lo hemos comido», bromeaba un excursionista. El concejal de Medio Ambiente, Antonio García, reseñó que «la procesionaria se encuentra en una fase en la que no supone un peligro para las personas, por lo que no son un problema en zonas como el Pantano». No obstante, subrayó que la competencia de controlar esta área de campo es del Consell.

Asimismo, el sol animó a muchos ilicitanos a desplazarse a varios puntos de la costa a la hora de comer. De hecho, la carretera que conecta Elche con Santa Pola presentaba ayer al mediodía retenciones de hasta 5 kilómetros. Fuentes de la Guardia Civil apuntaron que no se generaron más incidentes relevantes de tráfico.