Todavía no. Si habrá o no nuevo Mercado Central para Elche conforme al proyecto de la empresa concesionaria Aparcisa, será algo para lo que habrá que esperar todavía algunas semanas más: a finales de mes, en el mejor de los casos, o en abril.
La nueva reunión de ayer -después de que hubieran transcurridos más de tres meses desde la última- entre la adjudicataria y parte del equipo de gobierno y técnicos municipales se saldó sin una respuesta clara sobre el futuro del actual inmueble, pero, por contra, tomó protagonismo una cuestión muy importante: los accesos al aparcamiento subterráneo del nuevo Mercado.
Ésta se ha convertido ahora en la principal cuestión a resolver. El Ejecutivo anunció ayer que para este mandato quiere que la calle Corredora sea totalmente peatonal -está por ver si podrán pasar o no autobuses urbanos- y que incluso se va a encargar un estudio para la peatonalización integral del centro histórico. Con o sin nuevo Mercado Central, el centro será plenamente peatonal, a juicio del actual Ejecutivo local.
Esto supone que una de las alternativas que Aparcisa había planteado para la entrada y salida de vehículos desde el parking subterráneo, como era la calle Victoria, por la zona conocida como las Cuatro Esquinas, para continuar en sentido contrario al actual por la calle Corredora hasta el puente de Canalejas y girar por Alfonso XII, queda descartada.
La firma, que en definitiva ha presentado tres propuestas, tres itinerarios distintos para los vehículos entrantes y salientes al parking, se encontró ayer con que el acceso por Carrer Major de la Vila, inicialmente descartada por el Gobierno local, volvía a tener posibilidades, a pesar de que este vial es crítico en los días en que tienen lugar las escenificaciones y representaciones del Misteri, así como en distintos episodios procesionales. También se descartó en su día por la proximidad a distintos edificios históricos.
La tercera opción, y ésta es la más novedosa de todas, pero no por ello menos polémica, pasa por que los vehículos puedan circular en doble sentido por la calle Salitre, situada entre la ladera y el Ayuntamiento, de manera que también puedan salir por Carrer Major de la Vila.
Según explicaron ayer los técnicos de Aparcisa, la calle, en estos momentos de un único sentido de ingreso, se ampliaría suprimiendo el carril bici de la banda izquierda y reduciendo aceras. Esta propuesta, no obstante, debe ser presentada con más concreción ante los técnicos.
La cuestión es que los accesos del tráfico al aparcamiento subterráneo del Mercado Central y que esa posible solución encaje con el planeamiento de peatonalizar ampliamente el centro, con la calle Corredora a la cabeza, es lo que más parece preocupar al Ayuntamiento.
Al margen de este asunto, el edil de Urbanismo, José Manuel Sánchez, explicó, al término de la reunión con los representantes de Aparcisa, que se le había comunicado a ésta el hecho de que muchas de las deficiencias que los técnicos habían advertido sobre los proyectos económico, básico, paisajístico o de tráfico, se habían subsanado, pero no todas.
En suma, el concejal cuantificó en unas 25 deficiencias -en el proyecto básico del mercado, en el de demolición, así como en el de tráfico- los problemas que la empresa tiene aún que resolver, todas ellas subsanables a priori.
En este sentido, la adjudicataria, cuyos representantes salieron de la reunión en cierta medida con caras desanimadas -«más de lo mismo», fue lo primero que se les llegó a escapar nada más abandonar el despacho de Alcaldía-, se ha comprometido a solucionar esa veintena larga de deficiencias que señala el Ayuntamiento en el plazo máximo de tres semanas.
A partir de aquí, el equipo de gobierno también se obliga a no demorar por más tiempo una respuesta clara sobre el devenir del Mercado. Así, el edil de Urbanismo aseguró que se dará una contestación a la concesionaria sobre si habrá nuevo Mercado o no en los quince días posteriores tras haberse presentado las nuevas subsanaciones.
Pero el Ejecutivo no ocultó ayer que esto, en cualquier caso, va para un largo tiempo. De hecho, se expuso que, en el caso de que todas las deficiencias se subsanen, podrían comenzar las catas arqueológicas y, si se encuentran nuevos restos de valor patrimonial o histórico que afecten al proyecto, éste se podría detener en su totalidad o tener que volver a redactar uno nuevo, ajustado a la nueva situación, con toda la demora que ello comporta.
