Tanto la empresa concesionaria de las obras del nuevo Mercado Central, como los placeros, ya sean los que continúan vendiendo en el antiguo y casi vacío edificio, como en el provisional, aguardan con expectación a la reunión-la última fue en noviembre- de esta mañana entre la firma que se hizo con el contrato de obras -firmado ya hace casi un año, el 6 de marzo- y el Ayuntamiento de Elche. No obstante, los responsables municipales parece que comunicarán a la adjudicataria que aún tiene que mejorar sus proyectos, cambios, en cualquier caso, subsanables.

Así, por tanto, hoy parece que tampoco puede ser el gran día. Sin embargo, tanto los vendedores como Aparcisa esperan que la respuesta del actual equipo de gobierno no sea otra que permitir que se cumpla un contrato firmado y en el que la empresa habría presentado numerosos cambios en el proyecto a petición de los técnicos de Urbanismo.

Si la respuesta fuera positiva, los cerca de diez meses de parálisis del proyecto podrán quedar en una anécdota y podrían comenzarse las catas arqueológicas en los cimientos del vetusto edificio. La tranquilidad volvería a los placeros que se trasladaron al mercado provisional, donde deberían permanecer unos dos años mientras se prolongan las obras, y sobre todo a la adjudicataria, la encargada de poner en marcha una actuación de unos 12 millones de euros.

Aparcamiento subterráneo

En la otra cara de la moneda están los colectivos vecinales, sindicales y políticos que se han alineado en contra de derribar un edificio que, consideran, tiene un valor patrimonial a preservar, además de estar en contra de que se practique un agujero dentro del casco histórico para dar cabida a cerca de 300 plazas de aparcamiento. Además, consideran plataformas como Salvem el Mercat (en la que están integrados prácticamente todos los partidos del arco municipal, a excepción del PP) que la actuación proyectada no salvaguardaría los restos arqueológicos que puedan darse en el subsuelo.

El PP, cuando adjudicó la obra, defendió y defiende que cuando se acometieron en su día los cimientos del presente Mercado(finalizado en 1962 y sucesor del levantado en 1939) se arrasó con los restos que pudiera haber, por lo que ya no habría nada que preservar, al tiempo que recuerda que los baños árabes localizados junto al inmueble se van a musealizar y proteger .

Pero en este tablero no sólo la empresa, los partidos políticos, las plataformas vecinales y los propios vendedores tienen algo que decir.

La polémica y el expediente del Mercado Central trasciende a la propia localidad ilicitana. En este sentido, también se siente concernida la Dirección General de Patrimonio -que, de seguir adelante el proyecto, debe determinar si los nuevos restos arqueológicos que se puedan encontrar son protegibles, y, si es así, puede dar al traste con el proyecto-; e incluso los tribunales de Justicia, ya que está recurrido en el TSJ de Valencia el plan de reforma interior (PRI) del Mercado. Y, por si fuera poco, hasta el Defensor del Pueblo ha dado un tirón de orejas tanto al Consell como al Ayuntamiento por la falta de información facilitada al respecto.

Con todo, sea hoy o sea otro día cuando haya una respuesta clara, la polémica volverá a estar sobre el mostrador, y ni placeros, ni empresa, ni plataformas ciudadanas estarán dispuestos entonces a dar por vendido el pescado.