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Héroes ilicitanos sin fronteras

Las zonas más desfavorecidas del mundo reciben apoyo humanitario de voluntarios naturales de Elche

Héroes ilicitanos sin fronteras

Para algunos, no hay tercer mundo. Ni segundo. Sólo uno, el mismo que ellos habitan. Y tratan de mejorarlo con un compromiso humanitario que no entiende de banderas, religiones o ideologías; únicamente de personas. Por ello, cuando la limitación de recursos o los conflictos bélicos convierten los hogares en territorios hostiles, no dudan en actuar.

«En el viaje de vuelta coincidí con gente que llegaba de Mikonos o Santorini y entonces me dí cuenta que, salvo esa semana, había estado de vacaciones toda mi vida», relata el médico Roberto Hurtado tras su estancia en Lesbos (Grecia) socorriendo a refugiados de guerraLesbos refugiados de guerra. Roberto, como muchos otros voluntarios repartidos por suelo internacional, es ilicitano.

El doctor Hurtado, como le conocen en el Hospital Vega Baja donde trabaja como internista, marchó por su cuenta sabiéndose útil en una isla donde los sirios, afganos e irakíes que huyen de la lluvia de bombas llegan con la paz como sueño. «Tuve suerte, en el tiempo que yo estuve sólo apareció una barca, pero en un día normal pueden llegar diez», narra con impotencia, ya que ese a asegurarse de realizar todos los trámites necesarios, no le dejaron ejercer. «Me dediqué a distribuir medicinas, comida y ropa porque la burocracia en Grecia es un caos», lamenta dando por seguro que volverá para ayudar plenamente: «Se me quedaron bastantes cosas allí y siento la necesidad de hacer algo más porque sé que como médico puedo aportar bastante más», sostiene sobre un retorno ya programado para la segunda mitad de marzo.

Otro de los destinos obligados de los que dejan atrás los puntos calientes de Oriente Medio es Jordania. Allí reside Isidro Serrano, fotoperiodista natural de Elche Isidro Serranofotoperiodista Elche que utiliza su vocación para canalizar la solidaridad. Junto a una compañera, ha creado un proyecto «freelance» -Insan Media- para dar voz a historias de los malogrados protagonistas de fronteras y deportaciones. También, antes de adentrarse en cumplir el propósito de cubrir conflictos armados, cuya financiación precisa de tres empleos, Isidro estuvo en Palestina o Mafraq, el límite jordano con Siria, repartiendo juguetes y prendas de vestir a los refugiados más pequeños.

La pasión profesional de Lorena Núñez también es el método para tender la mano a los más desfavorecidos. En su caso, profesora de educación física, trabaja con personas con diversidad en India como voluntaria de la Fundación Vicente Ferrer. «Este sector, junto con la mujer, se encuentra muy discriminado y nosotros nos encargamos de promover la igualdad de condiciones, derechos y oportunidades a través del deporte», afirma Lorena. Y añade: «Ver cómo una persona pasa del aislamiento a la participación es muy bonito y no será mi último voluntariado». Tampoco es el primero: en 2014 emigró temporalmente a Ruanda.

África

A María del Rosario Cases cada vez que pisa Senegal le montan una fiesta y las sonrisas brillan cuando José Abad y Mari Carmen Chazarra se dejan ver en Kenia. Y así debería ser en cualquier lugar al comprobar su trayectoria en ayuda humanitaria.

A Cases, tras unos años auxiliando enfermos terminales y atendiendo casos de exclusión social en España, se le abrió la puerta del continente africano y no la volvió a cerrar. Fue la razón por la que en 2012 creó la ONG Regalos de Amor, una lucha constante por nutrir la región de Kolda de unas condiciones mínimas para desarrollarse. «Sólo hay miseria y enfermedad, no tienen medicamentos y mueren muchas mujeres y niños», describe María del Rosario. Su objetivo más perentorio es levantar un centro de salud, aún con las reticencias de las autoridades. «Me daban un terreno de diez hectáreas de selva para vivir, pero más allá no están por la labor. Viven en Dakar, a 14 horas en coche, y ni siquiera se pasan por allí», explica. En abril les hará una visita para registrarse como organización internacional y conseguir los permisos necesarios para la obra.

Por su parte, la pareja José Abad y Mari Carmen Chazarra dio a luz a Tushirikiane -«Nos ayudamos mutuamente», en lengua swahili- un impulso, desde hace una década, a las zonas rurales más deprimidas de Kenia «a través de la ayuda en higiene, desnutrición, salud infantil y formación para jóvenes y mujeres», enumeran, «con un resultado que nada tiene que envidiar a las multinacionales de cooperación, aunque seamos pequeños y humildes», añade él, maestro de kárate, con la mente puesta en el centro de acogida construido en 2009 en la localidad de Kilingili. Asimismo, su activismo les ha llevado también a promover numerosas iniciativas recaudatorias y talleres. E incluso están utilizando el kárate como vía motivadora y educativa.

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