El joven de 19 años que sufrió el domingo por la tarde una parada cardiorrespiratoria mientras jugaba al fútbol en la Ciudad Deportiva sigue en la UCI, sedado y en estado crítico con pronóstico reservado. Su familia tiene claro que «si no hubieran tardado tanto en reanimarle no estaría tan grave como está» y que «si hubiera habido un desfibrilador a lo mejor habría podido salvarle». Lo afirma así su padre, Octavio Soler, quien junto a su mujer y sus otros dos hijos menores está viviendo días de enorme angustia, todos pendientes de que los médicos puedan ir determinando hasta qué punto están afectados todos los órganos del cuerpo de Aaron a causa de la falta de riego sanguíneo por tiempo prolongado (de ahí que afirmen que una atención más rápida habría reducido las secuelas).

Lo que ya saben, relata, es que sufre daños cerebrales y neurológicos muy severos, que ya se han apreciado en un electroencefalograma. Lo que les queda por delante es seguir esperando la evolución de su hijo, que ha sido operado del estómago y que permanece en la UCI del Hospital del Vinalopó.

La familia no tiene más que palabras de agradecimiento para todas las personas que participaron en la asistencia urgente y para quienes ahora le atienden en el centro hospitalario. Pese a ello, tiene también claro que su sufrimiento debe servir para que no se repita.

«No sé de quién es la culpa, no se la echo a nadie ni estoy denunciando a nadie, y no quiero que se mezcle a mi hijo en política», sostiene, consciente de que el accidente ha llegado en plena polémica en el Ayuntamiento por los recursos sanitarios. Eso sí, no duda en alzar su voz -aunque ojalá no se encontrara en la situación de tener que hacerlo- para decir a quien corresponda que es necesario que todos los centros deportivos dispongan siempre que estén abiertos de asistencia sanitaria que pueda actuar de forma inmediata y que tengan desfibriladores listos para usarse.

Cuando el domingo por la tarde su hijo se desplomó en el campo, el desfibrilador de la Ciudad Deportiva estaba al parecer en el pabellón, cerrado con llave. Una patrulla de Policía Local que pasaba por casualidad intentó prestar al joven ayuda urgente y finalmente fueron cuatro personas del público y de otro equipo quienes le practicaron la RCP hasta la llegada de las ambulancias. No entra Octavio en cuánto tardaron, aunque algunos presentes han afirmado que el SAMU (la ambulancia que dispone de médico) tardó 45 minutos. Él asegura que desde su casa, con semáforos en rojo y sin sirenas, tardó diez. No sabe qué pasó para que la ayuda urgente tardara más, pero lo cierto es que los minutos importan y determinan las secuelas que tendrá su hijo, que estudia segundo de Criminología, siempre ha sido un joven sano y deportista, que tiene pareja, y juega en una liga local con el equipo «Lacados Epoxicolor B».

Convocatoria

Por eso, amigos, familiares y compañeros de equipo (que se están volcando en visitas al hospital, hasta el punto de que «cuando salgo a contar cómo está parece que esté dando una rueda de prensa») han convocado una concentración para mañana a las 17 horas en el campo 8, donde ocurrió todo.

La familia de Aaron quiere insistir en que el acto sea pacífico, sin alborotos y sin política. «Le doy a la gente las gracias por el ánimo y el apoyo que nos están dando. Por favor, solo queremos reivindicar que haya asistencia sanitaria en todos los eventos deportivos de todo el municipio y desfibriladores, para que esto no le pase a nadie más».