«Ha tardado mucho». Ése fue el comentario más recurrente en la jornada de ayer, desde que, a media mañana, saltara la libre. El tripartito se había roto, y el PSOE y Compromís se quedaban en minoría. Que Ilicitanos por Elche dejara el equipo de gobierno era cuestión de tiempo. La concejal Cristina Martínez -que ya había dejado colgados al PP y a Mercedes Alonso en el anterior mandato- había ido tensando la cuerda demasiado y, al final, se rompió. El estado de confrontación era permanente desde hace meses. La crisis generada primero por la supresión de las ambulancias el martes -con mensajes de Carlos González que ya apuntaban por donde podían ir los tiros- y la de la playa para perros un día después, con toda la pedanía de La Marina levantada contra el equipo de gobierno, colmaron el vaso. La hoja de ruta ya estaba diseñada, y, con los presupuestos municipales recién aprobados este mismo lunes, era más fácil activar el detonador. Y fue ayer cuando se decidió a apretar el botón, con mucha premeditación, pero tomando a todos por sorpresa, incluso a Compromís. La junta de gobierno local llegaba a su fin, pero, antes de que se levantaran el secretario y la interventora, González abrió la caja de los truenos, sacándose de la manga el cese de Cristina Martínez. El mensaje era muy claro: o cambiaba las formas o a la una de la tarde firmaba el decreto retirándole todas las competencias a ella, que no a su compañero en Ilicitanos, Fernando Durá. Al final, Carlos González acabaría firmando el decreto de cese de uno y de otro.

Martínez lo entendió al milímetro. Tanto es así que, poco después, registraba un escrito en el que comunicaba «la decisión irrevocable de abandonar el equipo de gobierno actual». Salían así del tripartito los dos concejales de Ilicitanos por Elche, y lo hacían argumentando que no los echaban, que se iban ellos mismos, y que lo hacían porque se habían sentido «ninguneados», incluso «menospreciados», por el PSOE y, en particular, por el alcalde. Evidentemente, para Compromís todo fueron elogios. No en vano, había sido Mireia Mollà la encargada de apagar el fuego que se encendía en un lado o en otro, aunque sólo fuera en muchos casos para no salir ella y los suyos quemados.

Es cierto que la tarde anterior Martínez ya había amagado con dar un portazo a sus socios de gobierno, y así se lo hizo saber a la portavoz de Compromís, Mireia Mollà. Nadie la tomó en serio. Tantas veces había amenazado con irse que nadie la acabó creyendo. Al final, se marcha, pero forzada por el alcalde y el decreto que se sacó de debajo de la manga. Decreto éste que cogió por sorpresa incluso a Compromís, que no estaba al tanto de la jugada. Mireia Mollà, de hecho, no ocultó en su comparecencia posterior el malestar que le había causado que se diera este paso a sus espaldas, hasta el punto de que el propio Carlos González tuvo que pedir disculpas públicamente.

Ahora habrá que ver qué pasa, aunque parece que con las disculpas no basta. Nadie duda de que Compromís no romperá el pacto. La formación nacionalista gobierna con los socialistas en Valencia y no ha escondido su intención de apoyar a Pedro Sánchez en su hipotético camino hacia La Moncloa. Tampoco quiere cargar con la culpa de dejar a la ciudad en manos del PP. En cualquier caso, prácticamente todos tienen claro que este paso dado por los socialistas con premeditación y alevosía no le saldrá gratis al PSOE. Se lo acabarán cobrando.

Mientras tanto, lo único claro es que el PSOE y Compromís se quedan en minoría y, a expensas de la remodelación del gobierno que salga de esta crisis, el alcalde asume de forma transitoria las áreas que, hasta ayer mismo, estaban en manos de Ilicitanos: Deportes, Sanidad, Consumo, Seguridad Ciudadana, Barrios, Pedanías y Turismo. En teoría, una vez pasadas las ejecutivas y las asambleas del PSOE y Compromís, se saldrá de dudas. Pase lo que pase, el presupuesto está aprobado y en el escenario de una moción de censura nadie se pone a corto plazo. Otra cosa es más adelante. Cristina Martínez no cerró ayer la puerta al PP, saltándose así las propias líneas rojas que ella se marcó cuando se presentó a las elecciones en mayo, y, además, ya ha dejado claro que de ninguna de las maneras se lo va a poner fácil al PSOE. Habrá que ver en qué acaba esto.