De ser una película, no sería de suspense. El capítulo final del tripartito de Elche no ha pillado a contrapié a nadie en la calle y, de entre todo el registro de emociones que los ilicitanos muestran cuando se les pregunta por la política local, la sorpresa es la menos frecuente. Por no decir inexistente. «No me ha sorprendido en absoluto», «se veía venir», «demasiado han durado»... Son las frases más repetidas en las tertulias políticas de andar por casa que ayer se escuchaban en Elche, en las que se comenta que tenía que llegar cualquier día, antes o después. Terrazas de bares, puestos de mercados, comentarios con los conocidos que se cruzan por la calle... Muchos sacaban a colación el escenario político pero, por una vez, el debate no estaba tanto en la ideología o en las líneas de gobierno, sino en las formas. Cristina Martínez, cabeza de lista y fundadora de Ilicitanos por Elche (ahora ya en la oposición), se llevaba más de un reproche -por no decir prácticamente todos-, y varias de las personas preguntadas por INFORMACIÓN no tardaron en sacar a colación la dudosa credibilidad de un partido nacido de su abrupta salida del PP de Mercedes Alonso y la poca pinta que tenía desde un principio de acomodarse establemente en un pacto con dos formaciones de izquierdas. No extraña a la mayoría de quienes siguen la política municipal que el primer edil reprochara a Martínez sus salidas de tono con más de un sector de la sociedad («desencuentros desproporcionados, arbitrarios, estridentes, caprichosos», dijo Carlos González el viernes en rueda de prensa). Sin embargo, también hay quien le reconoce a la edil la validez de algunas de sus ideas y su caballo de batalla principal; el servicio de emergencias y ambulancias. «No hay que dejar de mirar lo de DYA, hay que preguntarse por qué estaba ahí a dedo», decía un ilicitano, Miguel Ángel Martínez, que ponía al acento en por qué ha llegado a ser tan decisivo el asunto. «A mí sí que me gusta lo de la playa de perros», dice Mari Carmen Olivares, pero por lo demás no está convencida de cómo se ha desenvuelto la lideresa de Ilicitanos por Elche. Cristina Martínez dijo el viernes que no aguantarían más «zancadillas, ninguneo y desprecio» de los socialistas. El alcalde, que le había tenido que exigir que pidiera disculpas por sus continuos enfrentamientos en todos los flancos bajo amenaza de dejarla sin competencias, acabó cumpliendo después de que ella y su otro concejal, Fernando Durá, registraran que se iban. Compromís, el otro socio de gobierno, no aparece en el debate y está prácticamente ausente en los comentarios (Mireia Mollà se confesó «decepcionada» porque el alcalde había actuado sin comunicarle ni consultarle nada).

Almuerzos de comparsas con motivo del Mig Any se constituyeron ayer en pequeñas mesas redondas en clave de cachondeo en las que prácticamente coincidían en que el acuerdo de gobierno se tenía que romper irremediablemente por el lado de Ilicitanos por Elche: «Lo que no se entiende es que hayan durado tanto», comentaban en la calle Obispo Tormo. En la plaza de la Merced ponían también los puntos sobre las íes: «Un pacto de gobierno tiene que estar muy hablando y muy claro», y eso da pie también a trasladar la conversación al panorama nacional.

«El que menos cuadraba»

«Si ya había roto el PP, era esperable que esto también lo rompiera», sentencia un vecino, Pascual Sempere, sobre Cristina Martínez(que de 2011 a 2014 fue concejal del PP). «De los tres partidos, el que menos cuadraba era ella, no da mucha confianza lo que pasó con la alcaldesa anterior», comentan en una terraza en Eres de Santa Llúcia. Eso sí, no ha pasado desapercibido lo oportuno que resulta para el gobierno en minoría que los presupuestos municipales se aprobaran definitivamente el lunes, con los dos votos a favor de Ilicitanos por Elche antes de desencadenarse la crisis.

Lo que nadie se atreve a aventurar es qué pasará a continuación. Para unos está clarísimo que todo va a ir a cada vez a peor; para otros el gobierno en minoría es mejor que el tripartito junto con Ilicitanos por Elche; y también hay quien se descuelga con que toca convocar elecciones de nuevo. Apenas los más enterados pueden hacer cuentas de concejales y sillones -«¿cuántos son la mayoría? ¿14? ¿y cuántos tiene cada uno?»- pero claro, las cuentas no salen redondas. Por descontado, hay personas que ni saben ni contestan. «No me interesa la política, ni siquiera sabía que ayer se rompió el gobierno», dice Miguel Ángel Ramos, pensionista. «Prefiero no comentar de fútbol, religión y política... ¿qué puede pasar ahora? Pues que se líe más... No me sorprende nada de nada».