El Carnaval volvió a inundar la ciudad de Elche de color y alegría en una jornada de sábado disfrutada por ilicitanos e ilicitanas de todas las edades. Los primeros invitados a la fiesta fueron los más pequeños. Acompañados de sus padres y madres, un mar de niños y niñas convertidos para la ocasión en brujas, ninjas, vaqueros o abejas abarrotó enseguida la plaza de Baix en torno a los hinchables, las nubes de globos, la colorida decoración y un gran escenario. Sobre él, un espectáculo de animación infantil puso a todos a bailar. La música siguió sonando con fuerza y ritmo durante horas. Varios personajes participaron en el desfile que tuvo lugar rato después y en el que tomó parte toda la chavalada.

La media de edad dio un salto con la puesta de sol en lo que suele recordar a un anticipo de la tradicional charanga veraniega propia de las fiestas de agosto, aunque con más variedad de indumentarias. En el mismo emplazamiento, otra concentración de disfraces se arremolinó nuevamente frente a un Ayuntamiento que sirvió como punto de partida y destino del habitual pasacalles. Al son de la batucada atravesó todo el centro de la localidad ilicitana. Calles como Corredora, Obispo Tormo, la replaceta de la Fregassa, San Jaime o Victoria se contagiaron de la vitalidad del Carnaval hasta su retorno al origen en la plaza de Baix.

Un año más, la temática de ideas y atuendos fue tan extensa como original y trabajada. Entre las ganas de diversión, destacaron laboriosos y ocurrentes disfraces que encandilaron a los paseantes convecinos que aprovechan el evento para disfrutar de una innovación convertida desde hace tiempo en la esencia carnavalesca. Para motivar los diseños, ya bien entrada la noche, se entregaron tres premios a los más singulares.

Tanto los condecorados con alguno de los galardones, como los que sólo fueron reconocidos con carcajadas, alargaron la velada hasta pasada la medianoche en una plaza de Baix que aumentó su repertorio para enfundarse un nuevo disfraz, esta vez de pista de baile. La larga fiesta no se detuvo ahí y los locales y discotecas de la ciudad siguieron recibiendo a una multitud encantada con formar parte de la noche más pintoresca. Incluso algunos de los bares atrajeron con ofertas a los que incluyeran en su «look» pelucas o cualquier adorno divertido.