DMT, anfetamina, BZP, catinona, metanfetamina, cannabinoides sintéticos... Más de doscientos kilos de sustancias relacionadas con estos compuestos fueron encontrados en una nave industrial del polígono de Carrús en octubre de 2014, con la maquinaria suficiente para envasar lo que la Policía Nacional de Elche cree que son drogas de diseño, compuestos sintéticos que según los análisis toxicológicos y de laboratorio pueden producir en quien las consume efectos tan diversos como euforia, vitalidad, vista borrosa, paranoia, ansiedad, alucinaciones visuales, supresión de la sensación de sueño, desaparición del hambre, aumento del deseo sexual...

Los dos hombres, que fueron detenidos el mismo día en que se descubrió el supuesto laboratorio de drogas, serán juzgados ahora por la Audiencia Provincial en Elche y se enfrentan a seis años de prisión y multa de 200.000 euros por los delitos de elaboración, suministro o comercio de sustancias nocivas para la salud; fabricación, comercio o posesión de precursores; y delito contra la salud pública. Esa es la acusación del fiscal en su escrito de conclusiones previas al juicio, en el que están citados técnicos de laboratorio y peritos del Instituto Nacional de Toxicología de Madrid.

Sus informes resultan fundamentales puesto que gran parte de las sustancias encontradas -en polvo o en pastillas- no están fiscalizadas como drogas en sí mismas, pero sí relacionadas con otras.

«Skunk», «moon rocks», «luds» o «yopo seeds» son algunos de los nombres que adoptan en la calle algunos de estos compuestos que en algunos casos tienen gran potencial adictivo. Además de 11,5 kilos de sustancias relacionadas con la anfetamina, 20 con la catinona, tres con la metanfetamina o nueve con la BZP, también se hallaron 150 kilos de cannabinoides sintéticos y 13 kilos de precursores a los que se estima un valor de 82.000 euros.

Nave sin actividad

Los dos acusados (un lituano de 31 años y un británico de 22) fueron detenidos gracias a la participación ciudadana a raíz de que una mujer llamara a la Policía al ver que entraban en una nave industrial aparentemente sin actividad cargados con maletines y con instrumentos de escucha en las orejas.

Agentes de la Policía Nacional se presentaron en la calle Gayanes -una de las más escondidas del Polígono- y al acceder al interior de la nave, que había sido alquilada meses atrás, la encontraron repleta de cajas, bolsas transparentes, cientos de pastillas, maquinaria para envasar o balanzas de precisión. Entre otros objetos también se encontraron útiles para inhibir y detectar señales de radio.