Las manecillas del reloj de Calendura han iniciado la cuenta atrás para entrar de lleno en el 2016. En la noche del 31 de diciembre, uno de los iconos más populares de la ciudad de las palmeras afronta uno de los mayores retos del año, marcar las doce campanadas con total precisión.

De esta manera, personal especializado de la relojería Gómez, que se encarga del mantenimiento de la maquinaria desde hace 42 años, ascendió ayer a la torre ubicada en la plaza de Baix, para poner a punto el antiguo dispositivo.

«En estas fechas procuramos que los ilicitanos se coman cada uva en su toque, esperamos que no falle nada», apuntó el relojero José Antonio Cano. De hecho, nadie recuerda que Calendura haya tenido algún problema en Nochevieja para dar la talla y recibir el año nuevo de manera puntual.

Así, este particular reloj fabricado en los años cuarenta precisa de un mantenimiento mensual para engrasarlo y dar cuerda a un sistema de cadenas y poleas propio del mecanismo de la época. «Muy pocos afortunados pueden presumir de tener una pieza así en su ciudad», comentó el relojero. Sin embargo, todavía existe un reloj más antiguo, el original de la torre de Calendura, que data del siglo XIX y que está expuesto en el Museo de Pusol.

Desde hace unos años, el sistema ha cambiado su tradicional procedimiento que hacía sonar el Ángelus a ciertas horas del día. Y es que, por quejas de los vecinos, la melodía ahora solo toca a las 12 del mediodía, a las seis de la tarde y a las doce de la noche.