Francesc Cantó y su caballo volvieron a traer ayer la mejor de las noticias para la villa de Elche. Tras encontrar el arca de la Virgen en la playa del Tamarit, el guardacostas se apresuró -«cual rayo en tormenta», según se expresaría en la escenificación posterior a la galopada- a dirigirse camino a la ciudad para comunicar a las autoridades civiles y religiosas que la Virgen había aparecido y que en la tapa del arca había una inscripción clara: «Sóc per a Elig». A partir de ahí, las autoridades acordarían que la Virgen de la Asunción sería la Patrona de Elche. De este modo se representaba un año más, entre una gran expectación, la llegada del más conocido y querido centinela de Elche.

Una potente «bombá», exactamente a las 15 horas, anunciaba el inicio de la carrera del legendario guardacostas desde el huerto de Portes Encarnaes, hasta la Plaça de Baix, Aunque su objetivo no es nunca ni de lejos batir un récord de velocidad, ayer el cronómetro marcó 1'45 minutos tras recorrer la distancia entre El Raval y el centro urbano. El pasado año lo realizó en 1'48 y en 2013 en 1'53 minutos.

La tradicional cabalgada fue protagonizada por tercer año consecutivo por Jerónimo Tripiana y, en este caso, montaba a Enamorado, uno de los cuatro caballos que se utilizan durante estos festejos de la Venida de la Virgen.

Cientos de personas permanecían apostadas en los flancos, sobre todo en la calle Alfonso XII y en las inmediaciones de la plaza del Ayuntamiento. Muchos niños acudieron con sus abuelos y padres, quienes relataban a los pequeños quién era esa figura a lomos de un corcel.

Al llegar a la Plaça de Baix y tras desmontar el jinete, se iniciaría un parlamento, una representación (por segundo año consecutivo) de lo que pudo acaecer en 1370, y en la que toman partido el Justicia mayor, el vicario de la ciudad y representantes del Concejo de la villa.

Es delante de buena parte del público donde el atalaya relata el hallazgo durante su ronda al alba; y donde las autoridades de la ciudad, ante este «prodigio inexplicable», ante este «majestuoso milagro», aprueban cómo se ha de dar culto a la Virgen el 14 y 15 de agosto, al tiempo que se decide que la Virgen de la Asunción sea la Patrona.

Tras la lectura del correspondiente bando, dando noticia de que «el atalaya ha encontrado un gran tesoro», en un ambiente salpicado también por las notas del Misteri, con las campanas de Santa María repicando y el sonido del órgano anunciando la apertura de las puertas del Cielo (todo ello gracias a una grabación), y en medio de aplausos del público (sobre todo a Cantó) dio comienzo ayer otra romería-procesión que llevaría a la comitiva hasta el huerto de Portes Encarnaes.

Mientras ésta iniciaba su andadura, con los representantes de distintas entidades festeras de la ciudad, los heraldos, la banda de música y posteriormente las autoridades portando las típicas palmas de Semana Santa, el personaje de Cantó y responsables de la Venida de la Virgen tomaban un refrigerio en el despacho del alcalde donde fueron recepcionados por las seis fuerzas políticas y otros invitados de honor. Allí, Tripiana reconocía que el domingo por la noche tuvo vómitos y que ayer por la mañana, en la playa, lloró de emoción.

Tras el pequeño descanso, Cantó volvía a su montura para, escoltado de nuevo por los vecinos, participar en la procesión camino del mencionado huerto para recoger a la Virgen y guiarla hasta Santa María. Tanto en ese momento como en su avance por la ciudad camino de la basílica, se fueron lanzando potentes tracas aéreas, terrestres y cohetás por distintas calles, hasta llegar a la basílica, pasadas las 18.30 horas, donde, pese al cansancio de una jornada larga y especial, cientos y cientos de personas quisieron estar una vez más con su Patrona, la Virgen de la Asunción.