Los niños que hace tres décadas visitaban con los ojos bien abiertos la escenografía del Belén Viviente de Pobladores de Elche llevan ya de la mano en muchos casos a sus propios hijos a dejarse sorprender por una actividad que se ha afianzado ya como toda una tradición navideña en Elche. Treinta y cinco años cumple la representación de la Asociación Histórico Artística Pobladores de Elche, con la intención de difundir la historia de las civilizaciones clásicas que pasaron por el levante español dando origen a la actualidad y ofreciendo una visión histórica del hecho religioso del nacimiento del niño Jesús y de la época en la que sucedió. Aunar historia y tradición en un mismo escenario es el desafío que cada año va perfeccionando la asociación, que se encuentra inmersa en un proceso de mejora del decorado, la escenografía, los vestuarios y los rincones de un Belén Viviente que cada año visitan unas 60.000 personas y que ayer abrió sus puertas a mediodía con la llegada de la sagrada familia y el nacimiento de Jesús.

La casa de Herodes y el pesebre son los dos elementos fundamentales sobre los que pivotan muchas otras instalaciones, desde una cantina a un huerto y un corral con cabras o con gallinas que atraen irremediablemente la atención de los más pequeños. Mistela, dulces navideños, artesanía, frutos secos o dátiles ponen el toque local a un espacio escénico en el que se implican medio centenar de personas, en un área de unos 3.000 metros cuadrados en la que se cruzan legionarios romanos con reyes, concubinas, tenderos, escribanos, predicadores, ladrones y posaderos que continuamente dan vida, aunque sea una redundancia, al Belén Viviente.

Las próximas representaciones previstas son la «Matanza de los Santos Inocentes» el martes 29 de diciembre y la llegada de los Reyes Magos de Oriente y la Adoración de Jesús el día 6 de enero por la mañana, entre las 11 y las 14 horas, según el programa difundido por Visitelche en su web.

Herramientas, tinajas, vasijas, útiles de labranza, trabajos en esparto y otras piezas cedidas para la ocasión por el Museo de Pusol y por palmereros ilicitanos le dan un matiz autóctono a la vez que divulgativo a una propuesta para todos los públicos en la que abuelos, padres, hijos y nietos encuentran todo tipo de detalles entre las palmeras del Parque Municipal y el marco del Palacio de Altamira.