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Disuelven un jurado para absolver de asesinato a la viuda y el hijo de un profesor muerto en 2003

El magistrado recurre a una vía legal excepcional por «falta absoluta de pruebas»

Disuelven un jurado para absolver de asesinato a la viuda y el hijo de un profesor muerto en 2003

Casi trece años después de que el profesor jubilado de Elda Miguel Lloret Candela apareciera muerto en La Mata a los 71 años; diez años después de que su mujer y su hijo fueran detenidos por la Guardia Civil de Torrevieja como presuntos culpables de un delito de asesinato con el agravante de parentesco; y después de dos fechas de juicio anuladas en los últimos meses por la falta de un abogado y por deficiencias en el minutado de unas escuchas telefónicas... Todo ese tiempo y ese sufrimiento después, la viuda y el hijo del fallecido han sido contundentemente absueltos en el juicio con jurado celebrado esta semana en Elcheabsueltos . No ha hecho falta que el jurado popular se pronunciara, de hecho no ha habido ni siquiera posibilidad de que las partes redactaran el objeto del veredicto, porque el presidente de la Sección Séptima de la Audiencia Provincial decidió ayer directamente disolver el jurado por «falta absoluta de pruebas» para dictar en los próximos días una sentencia absolutoria cuyo fallo ya adelantó a los acusados, que reaccionaron entre abrazos, lágrimas y alegría, en una decisión inédita en Elche y muy excepcional a nivel nacional, que da cuenta de lo claro que ha visto el magistrado que no había motivos suficientes para seguir adelante.

La mujer y el hijo de Miguel Lloret no le esperaron una noche de enero de 2003 en un coche a las puertas de un bar de La Mata para atropellarle y dejarle mortalmente herido en la calle tirado, donde fue encontrado en la madrugada de un sábado ya sin vida (con los pantalones bajados, con una tasa de alcohol próxima al coma etílico, sin documentación y con casi mil euros en un bolsillo). No pudieron hacerlo, porque estaban en otro sitio: Ella en casa en Elda hablando por el teléfono fijo; él con unos amigos pagando su parte para un cumpleaños que se celebraría al día siguiente. Ni la sangre que apareció en la ropa del fallecido era de ellos, ni un cabello largo y rubio que se encontró en su mano ha sido identificado, ni la carbonilla del tubo de escape del vehículo que le atropelló correspondía seguro al coche que tenían en aquellas fechas... Ni el móvil de los celos por una infidelidad o la aparición de objetos personales del fallecido en una caja guardada en un altillo en la casa significan nada.

Así lo ha entendido el presidente de la Sección Séptima, José de Madaria Ruvira, quien decidió poner fin al juicio después de que se practicara toda la prueba y de que las acusaciones pública y particular (en nombre de los hijos de una pareja anterior del fallecido) mantuvieran su petición de veinte años de prisión para los acusados. A lo largo de la semana se han celebrado cuatro intensas jornadas de declaraciones, de interrogatorios a testigos, de práctica de pruebas y de preguntas a expertos peritos, para que al término de la vista el presidente del tribunal del jurado sacara a colación el artículo 49 de la Ley Orgánica del Tribunal del Jurado y decidiera de oficio su disolución al estimar «que del juicio no resulta la existencia de prueba de cargo que pueda fundar una condena».

Instrucción

Los procesados fueron detenidos en 2005 y la instrucción se prolongó durante años, materializándose en una acusación que apenas se fundaba en unas escuchas telefónicas en las que hablaban sobre no cambiar de versión ante la Guardia Civil de Torrevieja, que había reanudado la investigación considerando que ellos tenían en un móvil pasional para cometer el asesinato.

La que fue mujer de Miguel Lloret durante treinta años ocultó inicialmente a los investigadores que se estaban separando porque él tenía relación con otras mujeres, pero dijo en el juicio que lo hizo para proteger su imagen pública, dado que era muy conocido en Elda por haber regentado una academia privada. La defensa, ejercida por los abogados José Pedro González Rubio y Juan Francisco Ros del Baño, ha criticado incluso en la vista que el reconocimiento fotográfico o de voz se presentó a los testigos sin alternativas (con la única imagen y audio de los detenidos) o que se les llegaron a tomar declaraciones sin asistencia de letrados.

En todo momento la mujer y el hijo del hombre negaron haber tenido relación alguna con su muerte, aunque ella sí concretó que el día en que falleció le había dado un ultimátum para acabar con la relación después de que él llevara un tiempo instalado en La Mata. Personas que le conocieron en esa época en Torrevieja, amigos de siempre o la mujer con la que tuvo una relación en sus últimos meses de vida han pasado por la sala para declarar, en muchos casos confesando que trece años después de los hechos no pueden mantener buena parte de lo que declararon al inicio.

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