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Dos ilicitanos sin límites en el Everest

Los hermanos Pedro y Gaspar Antón Espinosa completan una carrera a pie por el punto más elevado del planeta

Pedro y Gaspar Antón Espinosa, durante la «Everest Trial Race». información

Zapatillas en vez de capa y una resistencia extrema como poder. Es la carta de presentación de los 28 superhéroes que completaron la quinta edición de la exigente «Everest Trail Race» entre los que hubo dos ilicitanos: los hermanos Antón Espinosa. Un total de 160 kilómetros a pie repartidos en seis etapas. Un desnivel acumulado de casi 30.000 metros y una altitud por tramos cercana a los 4.000 que escondía el oxígeno a los participantes. «Hemos sufrido, pero la experiencia y le belleza del lugar compensa toda la dureza que hemos vivido», resume Pedro, el mayor.

Durante una semana, él y Gaspar cambiaron el pantano de Elche, la sierra de Crevillent y el monte Puig Campana por la región nepalí de Solokhumbu, el Himalaya y el punto más alto del planeta que da nombre a esta sobrehumana prueba, completada por ambos en 40 horas de carrera y muchas más de convivencia.

Las empinadas rutas diarias de 30 kilómetros ubicaban su meta en un campamento itinerante equipado para el correcto descanso de los deportistas. junto a miembros de la organización y el equipo médico en un ambiente de camaradería con claro acento español: 18 de los participantes llegaron desde nuestro país.

La necesidad de autosuficiencia y orientación aumentaba la salvaje dificultad de un evento que en sus dos últimos tramos careció de toda señalización. De hecho, la organización obligó a los corredores a portar una mochila con brújula, tienda de campaña, saco de dormir, bebida y comida. Unos ocho kilos a cuestas. Pero para Pedro y Gaspar, habituados a citas de envergadura denominadas «ultra», de más de 150 kilómetros sin descanso, el principal problema fue la respiración: «No hay manera de entrenar eso por la zona en que vivimos. Se nota muchísimo, no directamente pero sí en el rendimiento e incluso puedes marearte o sentir dolor de cabeza», reconocen. «La única manera es entrenar el cansancio», añaden.

La «Everest Trail Race» no es apta para cualquiera y todos los atletas tuvieron que presentar la aprobación de diversos exámenes médicos como un electrocardiograma o un test de esfuerzo, además de acreditar la finalización de alguna carrera de montaña de largo recorrido. Otro de los motivos por que la cita no alcanzó el límite de 60 inscripciones fue el terremoto que azotó al país anfitrión en el mes de abril.

Ahora, aún con las piernas en pleno proceso de recuperación los Antón Espinosa ya miran al calendario en busca de nuevos objetivos junto a sus habituales compañeros de batallas, el equipo «Machacapiedras». «Será difícil encontrar una carrera tan bonita».

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