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La importancia de escoger las palabras

Expertos piden cuidar el lenguaje para que la sociedad destierre los tópicos en violencia de género

La importancia de escoger las palabras j. j. guillén

Las mujeres que dejan atrás en su vida una situación de malos tratos son «supervivientes» y no «víctimas», porque eso contribuye a crear un «enfoque más poderoso, optimista y esperanzador». Es uno de los ejemplos que ponen los expertos sobre cómo contribuir a través del lenguaje a cambiar la realidad social, a dejar atrás estereotipos y prejuicios y ampliar el concepto que tienen los ciudadanos en general sobre la violencia de género, que por cierto puede denominarse también «violencia machista», pero no debería volver a ser calificada como «violencia doméstica» porque eso la vuelve a situar en la esfera de lo privado... Son algunos de los consejos que aparecen en decálogos y manuales de buenas prácticas y que ha puesto sobre la mesa la periodista ilicitana Lorena Escandell en una conferencia titulada «Comunicar para reaccionar», organizada por el Ayuntamiento de Elche, haciéndose eco de reflexiones que tienen su estudio y reflejo en la universidad y en jornadas como «Tratamiento informativo de la violencia machista en la era digital», que se celebró a nivel nacional este pasado mes y que entre otras cuestiones puso sobre la mesa que «suele hablarse de mujeres que "mueren" presuntamente a manos de su pareja y no de hombres que asesinan supuestamente a sus parejas». Hay otros términos que, en el mismo sentido, deberían recuperar espacio según las expertas (entre las que se hallaban en esa jornada Pilar López Díez, Sonia Núñez Puente y Juana Gallego). Es el caso de «patriarcado» o «feminismo», que se sustituyen en el discurso en general por eufemismos o se evitan.

En el lenguaje cotidiano se cuela el machismo, tal y como considera Escandell, quien reclama la necesidad de «nombrarnos», usando el masculino y el femenino: «Aún hay algunas catedráticas que se nombran a sí mismas como catedrático, y eso tiene el efecto de desvalorizar sus capacidades y ocultarlas del espacio público, no como algo consciente sino como reflejo de que el sexismo está fuertemente interiorizado y se reproduce de forma inconsciente: De ahí la necesidad de transformar el lenguaje, hacerlo más inclusivo, como estrategia para cambiar ideas, valores, actitudes...», además de permitir ir cambiando el imaginario, puesto que al decir «médicos» se piensa en hombres y al decir «matronas» en mujeres, pese a que hay profesionales de ambos sexos en cualquier colectivo.

La importancia de introducir esos cambios está en que el tratamiento estereotipado de la violencia de género o en que se trate sólo con un suceso violento sin prestar atención a la desigualdad como causa profundas conlleva que la sociedad tenga un concepto muy limitado, hasta el punto de que el 44,6% de las mujeres que no acuden a la policía o al juzgado no lo hacen porque no conceden suficiente importancia al maltrato (según la Macroencuesta de Violencia Contra la Mujer 2015 del Ministerio de Sanidad) quizás porque no saben que las violencias de género son múltiples y que también lo son la publicidad sexista, el acoso sexual, el acoso callejero...

El 85% de la población sabe lo que es la violencia de género a través de los medios de comunicación, según el servicio de Atención a la Víctimas de Violencia de Género (de ahí la importancia de modificar el discurso para conseguir la transformación necesaria para prevenirla y erradicarla) o un 92% de los jóvenes de entre 18 y 30 años tienen una imagen estereotipada de las víctimas y de los agresores, según el CIS.

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