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La Ciudad de la Justicia de Elche hace aguas

Con sólo cinco años de uso, la Ciudad de la Justicia tiene goteras y el techo del auditorio desplomado

Apenas tiene cinco años y unos meses de uso, pero el edificio de la Ciudad de la Justicia de Elche dista mucho de ser modélico, y eso a pesar de que costó más de 26 millones de euros. Un techo literalmente desplomado desde hace meses sobre las butacas del salón de actos da buena cuenta de la desidia y la falta de mantenimiento a la que ha estado sometido, según denuncian colectivos profesionales y funcionarios de Justicia, que a diario se encuentran con ventanas o puertas rotas que nunca se arreglan y con goteras cada vez que llueve. La visita de la consellera de Justicia, Gabriela Bravo, se convirtió ayer en una exhibición de algunas de las vergüenzas del edificio que, según admitió, tienen que encontrar solución. Otra cosa es con qué dinero y en qué plazos. Por eso adelantó que se estudiará la documentación y se contactará con la empresa constructora para determinar si existe aún posibilidad de reclamar la reparación de los desperfectos dentro del periodo de garantía de la obra.

Lo cierto es que muchos de los defectos vienen siendo conocidos desde el principio del uso del edificio. Es el caso de las goteras, que cada vez que llueve encharcan el aparcamiento subterráneo del segundo sótano y parte de los archivos del primer sótano, donde están también los calabozos para los detenidos y presos. El agua se cuela por una junta de dilatación que cruza el patio del edificio y cae no a gotas, sino a chorros. Con las intensas lluvias de la noche del domingo al lunes, a primera hora de ayer el parking tenía cascada propia, literalmente, porque a lo largo de toda la planta caía el agua del techo a borbotones. Graves son también las consecuencias en los archivos, donde se almacenan versiones en papel de asuntos que están en su mayor parte cerrados pero que puede ser necesario recuperar. Caminar por allí es chapotear entre charcos, tal cual.

El techo del auditorio se vino abajo en julio. Nada más se ha hecho que poner una cinta y un cartel: «Prohibido el paso». Tampoco se hizo nada antes, cuando se dio aviso a Conselleria hace meses de que el techo se apreciaba parcialmente vencido. Aunque en realidad tampoco era de gran utilidad un auditorio del que la Conselleria se llevó el proyector y los micrófonos para instalarlos en otra sede, así que no dispone ni de sistema de sonido ni de posibilidades audiovisuales.

A la lista hay que sumar las puertas correderas de la entrada principal averiadas desde hace años, puertas de calabozos rotas que impiden utilizar alguna que otra celda, cristaleras rotas que no se arreglan pese al paso de los meses y algunas cuestiones más para todos los gustos, de presupuestos desorbitados y de intervenciones modestas. Todo ello en un edificio que venía a resolver las palmarias necesidades del antiguo Palacio de Justicia y en el que los desperfectos comenzaron a brotar en cuestión de meses sin que hasta la fecha se hayan puesto soluciones.

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