Los ilicitanos cumplieron un año más con la festividad de Todos los Santos y acudieron masivamente a los cementerios del municipio a reencontrarse con sus difuntos.

El tempranero chaparrón con que amaneció el domingo y el fuerte viento que sacudió la ciudad durante toda la jornada redujo la práctica de la tradición, pero no amedrentaron a un elevado número de visitantes, que desde primera hora de la mañana iniciaron un goteo constante de llegadas que se prolongó hasta que la luz natural lo permitió.

Cerca de 20.000 personas se dieron cita en los cinco camposantos ubicados en Elche: los dos municipales recibieron casi 17.000 y el resto estuvo repartido entre los otros tres eclesiásticos de La Marina, El Altet y Torrellano

La previsión de inclemencias meteorológicas hizo que los familiares y amigos de los difuntos adelantaran el trabajo a lo largo de todo el fin de semana y por ello la gran mayoría de sepulturas presentaron un aspecto limpio, cuidado y muy floreado.

«Este año deja la sensación de que ha habido menos movimiento, pero la venta de flores ha ido bien y se ha mantenido en comparación con otras ocasiones», comentan desde uno de los puestos del Cementerio Nuevo junto a la entrada principal.

Allí, la reducción de afluencia si fue positiva y conllevó una completa fluidez de tráfico en unos accesos que nunca presentaron largas retenciones.

Algo a lo que ayudó el mayor dispositivo policial y el refuerzo del servicio de autobuses urbanos: las líneas con parada en los dos cementerios de la ciudad, el Viejo y el Nuevo, aumentaron su frecuencia de trayecto e incluso se añadió una especial para que ambos camposantos estuvieran conectados.