La historia política de Cristina Martínez y su agria salida del PP han marcado, sin duda, el devenir del actual equipo de gobierno. La concejal popular en el pasado mandato (hasta que en los últimos meses de la anterior etapa pasó de modo abrupto al grupo de no adscritos) se vio «obligada» a votar a favor de Carlos González para que el socialista lograra la Alcaldía tras unas elecciones en las que Mercedes Alonso había conseguido la mayoría simple. Martínez, quizá contranatura, se vio abocada a pactar con dos partidos con los que las discrepancias ideológicas parecen tener mucho más peso que las coincidencias políticas. Desde el primer momento, la líder de Ilicitanos por Elche marcó su territorio y se encargó de subrayar que tres eran los socios y que todas y cada una de las decisiones debían ser consensuadas entre todos ellos. Lógicamente las desavenencias no tardaron en llegar y en hacerse públicas de la mano de una edil que hasta la fecha ha querido dejar constancia de que ella -al menos desde su punto de vista- es esencial para que González pueda gobernar. Las redes sociales son su arma preferida, tanto para anunciar cualquier actuación que provenga de sus áreas municipales como para hacer escarnio público de cuantos critican, ponen en tela de juicio o, simplemente, no coinciden con sus posicionamientos, una actitud que en más de una ocasión suena a provocación. Martínez se ha convertido en este mandato en la temida (por sus reacciones) «superconcejal» del equipo de gobierno al tener bajo su mando (y nunca mejor dicho) las áreas de Seguridad Ciudadana, Deportes, Turismo, Sanidad, Consumo, Barrios y Pedanías, ya que a pesar que que comparte sus responsabilidades con su otro edil, Fernando Durá, la exdirectora de Atención Primaria del Hospital General de Elche es la que marca los tiempos, el cómo, el cuándo y el porqué.
